UN ANÁLISIS SIN RESPUESTA

A pesar de las cartas enviadas vía correo electrónico al actual Senador Jorge Enrique Robledo, en conjunto con el partido de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA), -al cual pertenece-, le expuse mi análisis sobre la victoria de Duque en las presidenciales del año pasado y lo que significó el descomedimiento tanto de él como el de Fajardo, en contubernio con la "Coalición Colombia" para que, Gustavo Petro, no llegáse al poder.

Tal como dice el dicho: "...Olivos y aceitunos, todos son unos...", puede decirse que, básicamente, es lo que plasmo en una disertación que, como en aquellas cartas políticas colgadas en este blog personal, se concluye que este mensaje de fecha Siete (7) de Julio de Dos Mil Dieciocho (2018), tras de desapercibido pues, obviamente, no tuvo respuesta alguna.

El texto es el siguiente (en cursivas):

De las líneas acá escritas, depende que éste canal de comunicación, muy amablemente concedido por parte de ustedes, siga establecido; de lo contrario, en caso de un cese definitivo del mismo, entenderé que mi exposición pasó por desapercibida.

Ha pasado menos de Un (1) mes desde que las colombianas y los colombianos, en uso de la segunda vuelta electoral, como mecanismo de participación ciudadana (art. 190, C.N.), eligieron a su nuevo dignatario para el cuatrienio constitucional 2018-2022; como era de esperarse, pudo más la política del miedo, concebida desde una evidente ruptura de la comunicación social para otorgarle el triunfo a un personaje que, desconocido en la política nacional, no se puede soslayar hace parte de los mismos con las mismas. Quizá, si se quiere, es, de entrada, un presidente impuesto por las huestes del malévolo uribismo.

Del Señor Duque poco puede decirse: de senador por lista cerrada del caudillista Centro Democrático, mediáticamente pasó a ser “el mejor candidato” y, ¡oh, sorpresa!, exponencialmente, desde encuestas amañadas, se le incrementaron porcentajes de intención de voto; no hay que decirnos mentiras: quienes subieron a Duque al poder fueron esas herramientas mediáticas cuyo juego psicológico funcionó a la perfección en quienes lo eligieron.

Pero, de igual manera, de no haber ganado en esa tal Gran Consulta Por Colombia, en referencia a la de la derecha, para elegir candidato de ese espectro político entre él, vencedor con 4.038.101 votos (67,74%) y sus pupilos, cercanos a la corriente del fascismo, Alejandro Ordóñez Maldonado y su actual Vicepresidente, Martha Lucía Ramírez, sería un don nadie, lo que era, y otro rumbo se hubiese configurado en las pasadas elecciones presidenciales.

Si a usted, Senador Robledo, cuando afirmó que “…cero ilusiones…”, (respecto a ese nuevo gobierno), déjeme decirle que a mí tampoco me merece ilusión alguna ese nuevo mandato, próximo a tomar posesión.

Bien es sabido que usted y la Doctora Claudia López Hernández, quién se ha ganado apelativos grotescos de parte de ese malévolo uribismo, gestaron la Coalición Colombia como nuevo prospecto político para el país. Y en cabeza del Doctor Sergio Fajardo Valderrama, candidatura a la cual me opuse por diferencias ideológicas en petición enviada al Doctor Álvaro José Argote Muñoz, presidente del partido Polo Democrático Alternativo (PDA), vía correo electrónico en fecha Diciembre Veintiséis (26) de Dos Mil Diecisiete (2.017), buscaron la jefatura del Estado.

Y, es de advertir que, aunque no soy afiliado del Polo, como ciudadano colombiano en ejercicio, me dirigí al presidente de la colectividad para manifestarle mi desconcierto y el desacierto que significaba apoyar a un candidato, a mi concepto, de centro derecha.

Pero Fajardo se convirtió en la esperanza de muchas colombianas y muchos colombianos, en su totalidad jóvenes. Ese “¡Y Va A Ganar, Y Va A Ganar, Un Presidente Profesor!”, hizo eco y casi lo lleva a segunda vuelta pero 261.558 votos lo apartaron de esa ilusión y así, entonces, se definiera el futuro político de Colombia en una segunda vuelta celebrada el pasado Dieicisiete (17) de Junio entre Iván Duque Márquez con 10.373.080 votos (53,98%) y Gustavo Francisco Petro Urrego con 8.034.189 votos (41,81%).

Ambas campañas dibujaron posibles alianzas antes de llegar a la segunda vuelta. En síntesis, la derecha política se adhirió a Duque, como era de esperarse, tanto que, el Partido Liberal en cabeza del ex presidente César Augusto Gaviria Trujillo, traicionó su ideario de centro y casi colapsa; sin duda, un extremo de Cambio Radical se unió a la campaña del candidato uribista recordando que Centro Democrático y Cambio Radical gestaron una alianza, bellaca, en el pleno del Senado cuando se destapó el escándalo de Odebrecht; y en la izquierda, un porcentaje de la Alianza Verde y Polo Democrático se adhirieron a Petro y se esperaba una Gran Coalición entre Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y éste último para, digámoslo abiertamente, no dejarle el país a los mismos. Pero esa operación falló.

Hubo unos que, por no permitir la victoria de Petro, entregaron sin razón alguna su sufragio a Duque; otros se abstuvieron y otros proclamaron el voto en blanco, herramienta que, estando estipulada en la carta del 91, es válida y es una forma de abstención pero desde las urnas cuando ningún candidato y propuesta se identifica con el elector. Y me da pena tenerlo que expresar pero, entre esos promotores, estuvo usted Doctor Jorge Enrique y eso va más allá de la estrategia política cuando se sabe públicamente de las desavenencias personales con el Doctor Petro quien será compañero suyo en el Congreso a partir del Veinte (20) de Julio próximo. Desavenencias personales rodeadas de un profundo entramado ideológico.

Su campaña hacia el voto en blanco lo han colocado en la palestra pública y sería estruendoso tener que seguir pensando lo que no quiero pensar o escuchar tesis que no quiero seguir escuchando cuando se dilucida que usted es un artista de la oposición política, indudable pero, por debajo de la mesa, “les da la mano a esos personajes políticos abyectos cuya empresa criminal se llama corrupción”.

Por lo anterior, no lo culpo a usted, o a su equipo, o a la mismísima Coalición Colombia de la derrota de Petro en segunda vuelta, ¡ni más faltaba!, pero si se hubiesen depuesto esos egos y esas absurdas rencillas estaríamos hablando de un país distinto; estaríamos ante la propuesta de la co-gobernanza que le propuso Petro a Fajardo para que éste, su co-equipero Doctor Jorge gobernara en 2022.

Colombia es víctima de su propio invento, y de contrasentidos estentóreos. No más fíjese: ante el plebiscito por la paz, aquellos que votaron marcaron NO cuando en realidad se esperaba un SI; eligieron a Uribe una vez pero llevan eligiéndolo 2 veces, en cuerpo ajeno (Santos-Duque); piensan que es el nacimiento del “duquismo” cuando en realidad pasaremos a una transcisión del “santismo” al “neouribismo”, o sea lo mismo de lo mismo y así, sucesivamente, nos encontraremos en el camino con muchos más contrasentidos que la misma gente propicia por acertar mal en las urnas.

Lamentable que mientras en México, con la victoria de López Obrador si quisieron el cambio que acá no quisimos, por miedo, y porque no se tomaron decisiones de fondo como, por ejemplo, una alianza por Colombia con Petro a la cabeza, a las colombianas y los colombianos que esperábamos por lo menos un nuevo gobierno, nos tocará atiborrarnos Cuatro (4) años más de lo mismo; del indestronable e insoportable ”uribismo” cuyo fin es carcomer cerebros por doquier; de asesinatos de líderes sociales por pensar distinto o porque son “aliados de la guerrilla o el comunismo”, como si fuese esto, pues, el resurgimiento de La Violencia; y a ese mal, sumarle, en últimas, que nos pondrán a Martha Lucía Ramírez como candidata presidencial para el periodo 2022-2026.

Como es lógico y en comprobación del cómo una asociación para delinquir como el Centro Democrático carcome a diario los cerebros de las y los colombianos, en efecto, votarán “por la que puso Duque”. Y van y votan por la que les diga o les dijo y les pondrá o les puso porque hasta en esa grosería, en esa trampa manifiesta, ha caído la democracia colombiana de dejarse influenciar hasta para votar y seguir apoyando ciegamente la política del continuismo. ¡Háganme el favor!

Quiero, respetuosamente, estipular un objetivo para cerrar esta exposición, o diatriba a concepto de ustedes por lo algo incisiva: invitarlo, Doctor Robledo y pedirle, de antemano, deponga por un momento sus egos, esas rencillas personales y coincida con el Doctor Petro en eso llamado oposición. Oposición en la que alguna vez coincidieron y casi tumba el gobierno de Uribe. Sé, no será difícil que no coincidan porque soy un absoluto convencido de que coincidirán en bastantes temáticas. Y si le pido esto es porque no ha habido en la historia política actual hombres de temple como ustedes.

Si la izquierda fuese unida tendría mayorías que le vaticinarían a Colombia un paradigma de gobierno desde la anhelada izquierda moderada y de seguro no estaríamos envueltos en un evidente frente-nacionalismo ultraconservador.

Coletilla. Apreciados lectores, saquen ustedes sus propias conclusiones.

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