¡LA CORRUPCIÓN ESTÁ CORRUPTA!

En alusión a la épica frase del grandioso “Don Hermes” padre de Beatriz Pinzón Solano en la inmortal telenovela Yo Soy Betty, la Fea, (por cierto, con altísimos índices de audiencia por estos días), todo un hito histórico en nuestra televisión, ¡vaya, la corrupción está corrupta!; y, de paso, trayendo a colación la tesis del actual Senador de la República por el partido de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA), Jorge Enrique Robledo, estamos ante una  evidente corrupción sistémica.

Que escenario más deplorable para un país que ansía con vehemencia un cambio social por cierto imposible.

Muchos han sido los casos de corrupción que han golpeado a la Nación de una manera estruendosa empezando por la política misma cuando, en 2004, surge la “Yidispolítica” como forma de invocar el delito de cohecho para favorecer, desde el parlamento, la espuria reelección de Álvaro Uribe Vélez, actual Senador - Jefe de su partido unipersonal, el extremista Centro Democrático. Unipersonal porque él está a la imagen y semejanza de sus acólitos invidentes.

Nadie más sino él.

Y si retrocedemos el tiempo, qué decir del narco proceso 8000 que involucró de forma estentórea al entonces Presidente Samper o el “Carrusel de la Contratación” al mando del delincuente común Samuel Moreno alfil, para la época, del actual partido de Robledo. Pésimo precedente para una colectividad política que se considera de izquierda democrática. 

Pero acá nunca pasa nada a comparación de Perú cuando cayó Humala, cayó Toledo, tumbaron a Kuczynski y, de contera, el suicidio de Alan García; aquí, en Colombia ninguno cae, ninguno se suicida, ¡ni siquiera por respeto a la patria! Antes, tenemos que pagarle los ilícitos al amo, dueño y señor de Colombia Luis Carlos Sarmiento Angulo con la ayuda de su nuevo Presidente y con el lujo de haber puesto a un Fiscal de su preferencia (“Cianuro”) -por el extraño fallecimiento de Jorge Pizano, controller de la Ruta del Sol II y testigo clave del caso Odebrecht en Colombia-, para que le paralizará las futuras investigaciones que se le vendrían encima por aquello del caso de la corruptora brasileña Odebrecht.

Lamentable. 

Y, hasta en la institucionalidad colombiana cayó la corrupción; si antes era desde el Palacio de Nariño cuando, en la época de Andrés Pastrana, se decía que hasta los vigilantes recibían coimas por la danza de los millones del “Plan Colombia”, ahora lo es la Fiscalía primero con el caso de Luis Camilo Osorio y la infiltración paramilitar durante su administración en el ente acusador; y luego, con Martínez Neira tal vez el peor Fiscal General de la Nación que hayamos podido tener, (con la indecencia vulgar al designar a un corrupto como Luis Gustavo Moreno en la Fiscalía Anticorrupción). ¡Háganme el bendito favor! ¡Que contrasentido!

En fin, toda esta impudicia se traduce con la frase desacertada del ex presidente Julio Cesar Turbay cuando adujo: “…Toca reducir la corrupción a sus justas proporciones…”.

¿Hasta dónde hemos llegado? Y, como exclamaría, ahora sí y de forma acertada el mismo Turbay cuando Iván Duque Escobar, padre del actual subpresidente Duque le denunció las presuntas relaciones del hoy Senador Uribe con el narcotráfico cuando éste presidía la Aerocivil: “…¡Válgame Dios, mi madre!...”. 

Coletilla 1. El nuevo "mártir" de La República, Andrés Felipe Arias, por cierto, otro actor fundamental de la corrupción en Colombia, está recluido en la Escuela de Caballería según información de la Corte Suprema de Justicia. ¡Ojo! No vaya a ser que coja la misma maña del prófugo “Santrich” y termine volándose a Venezuela o a China para impostar con una ofrenda floral el Monumento a los Héroes de la Revolución. 

Coletilla 2. Seguido del caso de la corruptora brasileña Odebrecht en el País, otros casos que han estremecido a Colombia, sin duda, son el de Interbolsa, el caso Londoño Hoyos e Invercolsa, la Triple A, Medimás, DMG, Dragacol, y un par de casos más. ¡Antes estos pillos de cuello blanco no han quebrado a Colombia!

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