UN CUARTO DE SIGLO SIN LA FEA MÁS BELLA DE COLOMBIA
Aparte de haber sido incluida en 2010 en el Libro
Guinness de los récords como la “telenovela más exitosa de la historia de la
televisión”, cabe resaltar que, en 2001, se llevó 10 premios TvyNovelas
(Colombia); 3 premios TvyNovelas (México) y 4 premios India Catalina en la
edición del año 2000.
Sin temor a equivocarme, la célebre imagen y semejanza de “Beatriz
Aurora Pinzón Solano” interpretada por la talentosa y bellísima actriz, Ana
María Orozco, fue la impoluta representación de si se me permite el término “salvadora
de la patria” de la época en momentos crueles en que la franja roja de nuestra
bandera nacional pasó de ser alimentada de la sangre que derramaron nuestros
próceres en la Independencia por las lágrimas de sangre que miles de
compatriotas desgajaban por intermedio de sus lacerados ojos al vislumbrar un
fin de siglo en penurias; y, en extremo, simplemente en guerra.
Era 1999 y las malas noticias pululaban como aves de mal agüero deambulando
por entre el oscuro ambiente: unido a un fin de siglo en guerra, prácticamente
endémica, con 402 masacres registradas en las que perecieron 1.863 personas conexo
lo anterior a los activos enfrentamientos entre la guerrilla que imponía la
extorsión y el secuestro en las carreteras a través de las denominadas “pescas
milagrosas” y los paramilitares regados por lo largo y ancho del país con más
de 500 asesinatos de civiles a cuestas (incluyendo la práctica del
desplazamiento forzado en varias poblaciones), Colombia atravesaba la peor
crisis económica de su historia; un ilusorio proceso de paz acompañado por el
suceso de la “Silla vacía” (7 de enero) protagonizado por el entonces
comandante de las Farc, Pedro Antonio Marín, -alias “Manuel Marulanda Vélez” o
“Tirofijo”-; un terremoto de 6.0 grados en la escala de Richter asoló el Eje
Cafetero dejando como saldo mil muertos y 200 mil damnificados (25 de enero); mataron
el humor nacional (13 de agosto) personificado por el inolvidable, Jaime
Garzón, y cuya frase lapidaria prorrumpida por el presentador de deportes de
ese tiempo, Cesar Augusto Londoño, fue más que digna para tan lamentable
suceso: “país de mierda”; de igual modo, asesinaron al consejero de paz Jesús
Antonio Bejarano (15 de septiembre) e, insoslayable, la movilización organizada
por la Fundación “País Libre” contra la violencia (24 de octubre) que aglomeró
a 12 millones de personas que marcharon en 600 municipios del país y 24 del
exterior para exigir el fin de la desaparición forzada, de las masacres, del
desplazamiento y del secuestro.
Qué panorama, ¿no? Sumido en la desolación, el país, entonces, reía, en
algo, con “Sábados felices” o con la tan bien lograda propuesta humorística de
mediados de la década de los años noventa, “Ordóñese de la risa”, pero no cabe
menor duda que la llegada, -de paso, propicia-, de esa denominada “salvadora de
la patria” (y de “Ecomoda”, valga resaltar), sacó del marasmo y de la monotonía
a un sinfín de almas, heridas de muerte, que resucitaron con su historia, la
mundialmente conocida “Yo soy Betty, la fea”: obra maestra propiedad del ya
fenecido Fernando Gaitán (1960 – 2019) quien, a través de su sapiente pluma, se
encargó de darle vida a una muchacha fea que, caída como “mosco en leche” al
interior del mundo de la moda y de las bellas, terminó, en definitiva, por
cautivar no solo a la audiencia de su propia patria sino a la del mundo entero al
punto de ser emitida en más de 180 países, doblada a más de 25 idiomas e
incluida en 2010 en el Libro Guinness de los récords como la “telenovela más
exitosa de la historia de la televisión”.
Así pues, “Yo soy Betty, la fea”, fue el bálsamo para que la nación se
distrajera del apesadumbrado panorama noticioso de la época gracias a la
magnífica creación de Gaitán: ilustrísimo contador de historias para televisión,
primero, en calidad de libretista de la recordada teleserie “La fuerza del
poder” (Coestrellas, 1993); inspirador de “Hasta que la plata nos separe” (RCN,
2006) y, a la postre, el también artífice por excelencia de la exitosa
producción “Café con aroma de mujer” (RCN, 1994) (y que no se nos haga extraño
que ese mismo canal esté planeando su retransmisión para celebrar sus primeros
treinta años), protagonizada por la esbelta Margarita Rosa de Francisco
(“Gaviota”) y el galán brasileño Guy Ecker (“Sebastián Vallejo”) y hasta con la
respectiva opinión del caso, -por cierto, sesuda y atinada-, por parte del señor
ex presidente de la República, Dr. Alfonso López Michelsen (1974 – 1978), por medio
de la columna titulada “Café con aroma de Colombia” (El Tiempo, 1995).
El país de la época, expectante, frente a su televisor familiar; o en
una cafetería; o en un restaurante; o en un centro comercial; o, donde fuese,
no perdía el hilo en cuanto a la trama de la historia: una fea e inteligente
mujer que, inmersa en los conciertos de los números y de las finanzas, logró
ingresar al mundo de las modas y de las bellas con el impasse de debatirse
entre “Hugo Lombardi” (sensacionalmente interpretado por Julián Arango), la
bella, aunque arrogante, “Marcela Valencia” (Natalia Ramírez), -prometida de “don
Armando” (Jorge Enrique Abello)- y la despampanante y sensual fémina, “Patricia
Fernández”, que, en últimas, “triste y vacía” como el clásico de Héctor Lavoe,
su personificación estuvo a cargo de la musa cartagenera, Lorna Paz. (O “La
reina de Cartagena” como la canción de Diomedes Díaz).
Adicional, aparte de las burlas de estos hacia su inocente y serena
persona, debía soportar los desprecios de los banales “Daniel Valencia” (Luis
Mesa), -hermano de Marcela y rival acérrimo de “don Armando” por aquello de la
presidencia de “Ecomoda”-, “Mario Calderón” (Ricardo Vélez), -mejor amigo de “don
Armando” y vicepresidente comercial de “Ecomoda”- y hasta del mismísimo
inefable, “don Armando”, presidente de la compañía con fracaso de sus metas a
bordo a pesar de que este termina enamorándose perdidamente de “Betty” y, al
final de la novela, se ella lo perdona y se casan (“el amor es ciego”, ¿no?); indistintamente
de la recordada carta de instrucciones suscrita por “Mario” (más leída que “El
quijote de la mancha”, prorrumpen algunos, a modo de chiste) para que
emprendiese un prácticamente siniestro plan de conquista hacia ella, valga
recordar, apoderada de “Ecomoda” (cuasi sumida en una quiebra de gran magnitud
por el fracaso de la primera colección y el antecedente de los insumos caídos
en contrabando con pérdidas dinerarias estimadas en 4 millones de dólares) por
intermedio de “Terramoda” gerenciada por su mejor amigo y colega, el genial “Nicolás
Mora” (Mario Duarte).
El punto álgido de la telenovela tiene que ver con que “Betty” enterada
del contenido de la siniestra carta de instrucciones firmada por “Mario”,
decide vengarse de “don Armando” en la junta de septiembre donde se descubre la
verdad: el estado real de “Ecomoda”. Capítulo que paralizó sino a medio país
entonces a todo y en el que, entre otras cosas, “Marcela”, de forma lacónica, concluye:
“…Armando: la mujer que tanto amas te ha entregado en esta junta…”; en
referencia al acontecimiento que dejó estupefacto a los demás miembros
partícipes de la misma empezando por “don Roberto Mendoza y Cifuentes”, padre
de “don Armando”, interpretado por el eminentísimo maestro Kepa Amuchástegui cuyo
preciso y precioso uso de la lengua castellana se puede evidenciar, incluso, en
su sobrio canal de YouTube, @kepamu, en calidad de gestor cultural colgando en su
espacio vídeos de cuentos, poesías, anécdotas personales y audiolibros,
destacándose la lectura de “El quijote de la mancha” de Miguel de Cervantes
Saavedra (1547 – 1616) y “El otoño del patriarca” de Gabriel García Márquez
(1927 – 2014).
Pero no todo fueron problemas en el mundo de “Betty”: no podemos dejar
atrás el risible “Cuartel de las feas” integrado por la asimismo despampanante,
coqueta y sensual recepcionista “Aura María Fuentes” en la piel de la también
musa, pero ibaguereña, Stefanía Gómez, a la que no tendría problema en dedicarle
un pedazo del vallenato “Mis amores” de Diomedes que reza: “…Yo siento
dentro de mí una cosa extraña; mi corazón se enfurece y me regaña;
preguntándome por qué no ve a su dueña. Quisiera cristalizar esas montañas; que
me impiden que yo vea a mi ibaguereña…”. (Bis); la chiquitina, “Sofía
López”, interpretada por la afamada actriz, Paula Peña, con participaciones
especiales en “Dejémonos de vainas” (Coestrellas, 1984) y “Don Chinche” (RTI,
1982) y recordada por sus altercados con su ex marido “Efraín Rodríguez” (Raúl
Santa, ya fenecido), -alias “el Cheque”-, y quien de paso sostenía amoríos con
la otra despampanante, coqueta y sensual “Pupuchurra” (Martha Isabel Bolaños);
la divertida gordita, “Bertha Muñoz”, personificada por la también afamada
actriz, Luces Velásquez; “la Jirafa Solterona”, “Sandra Patiño” (Marcela
Posada); la querida y pícara morena “Mariana Valdés” (María Eugenia Arboleda) y
la primerísima actriz, ya fallecida, Dora Cadavid, en el rol de doña “Inesita
Ramírez”, la modista de Hugo Lombardi.
Y ni qué decir del jefe de personal de la compañía, don “Saúl
Gutiérrez”, “Guti-Gut”, interpretado por el reconocido actor, Alberto León
Jaramillo; o de los abogados de “Betty”, en especial, el “cachaquísimo” “Doctor
Antonio Sánchez” desentrañado por el también eminentísimo, Cesar Mora, el
recordable “Cascarita” o “Pepito Mamoré” en la ingeniosa “¡Música Maestro!”
(Caracol, 1990); o del “Don Juan” de “Ecomoda” Freddy Stewart Contreras (Julio
Cesar Herrera) o de los auténticos padres de “Betty”, doña “Julia Solano de
Pinzón” (Adriana Franco) y don “Hermes Pinzón Galarza” encarnado en la insigne
persona actoral del maestro Jorge Herrera; memorable por su papel de “Tío
Júpiter” en la legendaria serie “N. N.” (Colombiana de Televisión, 1990).
Aparte de haber sido incluida en 2010 en el Libro Guinness de los
récords como la “telenovela más exitosa de la historia de la televisión”, cabe
resaltar que, en 2001, se llevó 10 premios TvyNovelas (Colombia); 3 premios
TvyNovelas (México) y 4 premios India Catalina en la edición del año 2000.
***
Si bien es cierto que el cuarto de siglo de la icónica telenovela -que,
sin exagerar, posa como la mejor de todos los tiempos o la que “partió” en dos
la historia de la televisión nacional-, se celebra en octubre (mes en el cual
se estrenó de un año de 1999 bajo la operación de transmisiones por parte del
entonces recién naciente canal privado, RCN), cabe recordar que, nuevamente,
ese mismo canal en uso de la tarjeta de invitación “‘Yo soy Betty, la fea’
regresa al Canal RCN para celebrar su primer cuarto de siglo” le apostó a su
cuarta retransmisión (2009, 2016, 2019 y 2024) en ocasión de, valga la
redundancia, ir celebrando por adelantado sus primeros 25 años de vigencia uniendo
a lo anterior su nueva temporada que a partir del pasado, 19 de julio, estrenó el
servicio de streaming, Prime Video, bajo el mote: “Betty, la fea: la historia
continua”.
Y como la historia continua:
“Si fea soy, pongámosle
Que de eso ya yo me enteré
Mas la fealdad que Dios me dio
Mucha mujer me la envidió
Y no dirán que me creí
Porque modesta siempre fui”.
¡Yo soy así!
Nicolás Fernando Ceballos Galvis
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