LOS 100 DÍAS DE PETRO
Petro llegó al poder
a sabiendas con lo que se iba a topar: un país dividido hasta los tuétanos por
estas flotantes cuestiones politiqueras que merodean por entre el ambiente
hostil de una patria herida cuyo desastre pareciera no tener remedio
parafraseando la tan contundente frase prorrumpida hace unos años atrás __vaya
uno a saber si desde el desbarrancadero en alusión al título de una de sus
obras cumbre__ por el incisivo, pero sensacional escritor, Fernando
Vallejo, acaparada por estas “peleítas de gallo” que no han de faltar bajo el
protagonismo, claro, del infranqueable séquito enceguecido autodenominado
“¡Uribistas pura sangre!” contra los ahora también enceguecidos “Petristas” y
otros tantos arropados dentro de ese mismo costal.
La elección del
“comandante Andrés” como presidente de los colombianos no significa en lo
absoluto “la última panacea del siglo”. Al contrario: pone de manifiesto un
cambio de gobierno, mejor, “de mando” no más luego del secuestro estatal al que
nos sometió la rancia derecha __dizque “democrática”, apuntan por
ahí__ en manos “negras” del ahora “inmolado” bajo la égida de su
servil órgano periodístico, “Semana”, Álvaro Uribe, más no la aplicación
absoluta de un cambio social cuyos cimientos de acuerdo a la propuesta de
gobierno “Colombia: potencia mundial de la vida” se gestarán a lo largo del
cuatrienio constitucional 2022 – 2026 para el cual fue electo a menos que le dé
por convertirse en dictadorzuelo a efecto de que gobierne como se le antoje.
Palabras más,
palabras menos, los 100 días de Petro apoltronado en el solio de Bolívar se han
caracterizado por algunos puntos de mayor trascendencia como la muy debatida
tributaria que tiene al ministro Ocampo con los pelos “de punta”, aunque súmese
la construcción de la agenda bilateral con los Estados Unidos al mando del
demócrata, Joe Biden, bajo el punto esencial política antidrogas y el
restablecimiento de las relaciones con la Venezuela del tiránico Maduro comenzando
por la plena apertura de la frontera.
Y si se quiere un
concepto más reformador, vienen en camino, por citar, las reformas a la
justicia; electoral; política y de pensiones, que, por supuesto, tendrán su
debida discusión en el congreso.
Asimismo, a destacar
las relaciones, por ahora llevaderas, con las Fuerzas Militares (FF. MM.) en
calidad de comandante en jefe supremo y el impulso de las políticas contra el
cambio climático expuestas tanto en la pasada Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) como en la COP27 celebrada en Egipto.
Desde el inicio de su
mandato, acertó en las designaciones de Álvaro Leyva Durán e Iván Velásquez
Gómez, el primero, como ministro de Relaciones Exteriores bajo el apelativo “El
canciller de la Paz”, y, el segundo, como ministro de Defensa, aunque se
insiste que el perfil de Velásquez encajaba en la futura lista de ternados para
la fiscalía general de la Nación. Pero si de grandes aciertos se trata, la
aceptación de la líder afrodescendiente, Francia Márquez, como su fórmula
vicepresidencial así la esbelta primera dama, Verónica Alcocer, parezca la
vicepresidenta.
A su política de “paz
total” cuyo primer ítem será la tan anhelada reconciliación nacional de la que
tanto se ha hablado desde el surgimiento del acuerdo de paz de 2016 concretado
entre el entonces gobierno Santos II y las FARC __aspecto que no
será nada fácil precisamente por esta latente polarización nacional__,
se suma el inicio de los diálogos en Caracas (Venezuela) con la guerrilla del
ELN (Ejército de Liberación Nacional), pero queda pendiente el tema las
disidencias y la lucha contra el narcotráfico.
De remate, el
monstruo de aquellos 100 días y de su gobierno, en general, será la ya
anunciada guerra sucia por parte de sus opositores más acérrimos: los
“Uribistas”; que, desde el parlamento y las calles, actuarán como defensores de
oficio del “prohombre” con 6.402 muertos a sus espaldas “que no propiamente
estaban recogiendo café” y su “magno legado”, el nauseabundo, “Estado
comunitario”, como muestra del feroz sectarismo y la insatisfacción del
asentamiento de la izquierda en el poder.
De la proposición de
un golpe de estado a los caballeros templarios pertenecientes a la mesa
directiva del ala más recalcitrante y radical de las Fuerzas Militares aliadas
al caudillo y a su partido, hoy, de oposición, hasta la permanente
desestabilización social a través del estado de pánico y de desinformación y
otras artimañas con las que han pretendido “hacer invivible la república”.
Cualquier disparate por
parte de estos sujetos se puede esperar y, antes de que algo extraordinario
ocurra, pues será tarea del mismísimo presidente Petro plantearle una tregua a
la nueva “guerrillerada” a efecto de convocarlos a su política de “paz total”.
Mucho camino por
recorrer y apenas lleva 100 días y algo más. Pero, a manera de broma, como para
que no se vea tan desalentador el panorama, dejémoslo, por el momento, en 100
días de bohemia como el vallenato de Los Zuleta.
NICOLÁS
FERNANDO
29
NOV, 2022
Comentarios
Publicar un comentario