¡EL REY, JOSÉ ALFREDO!

In memoriam de José Alfredo Jiménez Sandoval (Dolores Hidalgo, Guanajuato, 19 de enero de 1926 - Ciudad de México, 23 de noviembre de 1973)

 

Es innegable que, la cultura popular mexicana, es una de las más emblemáticas al interior de nuestra América Latina. Principalmente, por su reconocido género musical por excelencia: la ranchera. La bella ranchera para enamorar o para desahogar las penas del alma.

 

Claro que el vasto proceso cultural de la añorada tierra “Azteca” va desde la histórica era aborigen hasta la imagen y semejanza de la ilustre pintora, Frida Kahlo; el emblemático “día de los muertos”; o, el insigne recuento, digno de sonoros aplausos, de la “Época de oro del cine mexicano”. Incluso: también puede enmarcarse las afamadas figuras de los magníficos comediantes de antaño, ya fenecidos, Mario Moreno, “Cantinflas”, o el “Shakespeare” latinoamericano, Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”.

 

Pero la ranchera, __como la salsa, en Puerto Rico, o el vallenato, en Colombia__, es parte esencial de su sentir popular. En esencia, entonces, es la ranchera “la hija del pueblo”.

 

Así, pues, uno de sus máximos exponentes celebró no hace poco desde la eternidad su natalicio número 97. Se trata de “¡El rey!”: nada más ni nada menos que del legendario José Alfredo Jiménez (1926 – 1973); y, sin menospreciar el portentoso talento de sus otrora colegas musicales Javier Solís; Jorge Negrete; Antonio Aguilar; Alicia Juárez; o, el mismísimo, Vicente Fernández, es y seguirá siendo “¡El rey, José Alfredo!”, que, acompañado de los ya referidos en un recóndito “más allá”, continúa pregonando sus más bellas y sentidas melodías del ayer.

 

Este personaje fue de todo: antes de iniciarse en la música ranchera, fue camarero y hasta jugador de fútbol perteneciendo en aquellos tiempos remotos al desaparecido Club Deportivo Marte de la primera división mexicana.


Pero, a ese “hombre orquesta”, se le sumó un fantástico talento que mantuvo innato hasta su último día de vida expirado a temprana edad (47 años, para ser exacto) por la bohemia y la vida dicharachera. Talento enmarcado principalmente en su calidad de compositor de portentosas rancheras para, tiempo después, interpretarlas con el garbo y la elegancia que lo identificaron en escena musical y, hasta actoral, valga acotar, al punto de hacerse con ciertos roles en el mundo de la cinematografía al participar en afamados audiovisuales de los años cincuenta del siglo pasado como “Martín Corona” (1950); “Póquer de ases” (1952); “Guitarras de medianoche” (1958); y, “La feria de San Marcos” (1958).

 

Aunque, musicalmente hablando, su preciosa discografía resulta extensa, en todo su esplendor, para poder abarcar sin censura su vida artística, de tajo, se concluye que la ya nombrada cultura popular mexicana, __en esencia, a través de la música__, está alimentada e, identificada, en gran parte, por sus canciones de antaño; una de ellas, entonces, tiene gran sentido en el pueblo “manito” bajo el título “Camino de Guanajuato” hallada, en primera instancia, en el trabajo musical “Down Mexico Way” (Tico Records, 1956).

 

Y, tres más de su autoría, con cabida especial en la producción “La enorme distancia” (RCA Victor, 1961), acumulan el sentir de su pueblo: “Pa todo el año”; la emblemática, “Yo”; y, “El caballo blanco”.

 

“Media vuelta” (integrada en el LP “Serenata sin luna” - Vol. III, RCA Victor, 1962), de su autoría e interpretación __en conjunto con el Mariachi Vargas de Tecalitlán__, es otro de los tantos clásicos espectaculares al interior de la ranchera, aunque en “El Cristo de la montaña” (Columbia, 1962) aparecen los ya citados éxitos “Camino de Guanajuato” y “El caballo blanco”, se añade, incluso, un ingrediente especial con el sentido tema “Cuando los años pasen” asimismo con espacio estelar en el trabajo “Arrullo de Dios” (RCA Victor, 1967).

 

En “Canción del corazón” (Columbia, 1964), se encuentran, por referir, “El último beso” o “Tu olvido”, pero sí de indicar otras melodías insignes, no pueden faltar al interior de cualquier compilatorio que se realice en su magno honor las aclamadas “Amanecí en tus brazos” y “Cuando lloran los hombres” aparecidas en el volumen ranchero producido por RCA Victor “Cuando lloran los hombres – Vol. IV” (1964) en compañía del Mariachi Vargas de Tecalitlán.

 

“Muchacha bonita” (1965) y “Me equivoqué contigo” insertado en el LP “Cuando lloran los hombres” (Harmony, 1968), son de grata importancia en la vida musical de José Alfredo Jiménez sin obviar el infaltable “¡No me amenaces!” publicado por allá en el año 1970 con la famosa “El siete mares”.

 

Con “El cantinero” (RCA Victor, 1971) su prestigio artístico se acrecentaría al presentar la histórica “El rey” y “Te solté la rienda”; acotando, inclusive, la clásica “Amor de pobre” apreciada en el proyecto musical “Más éxitos de…” (Caytronics, 1972).

 

Se podría cerrar con broche de oro este sucinto recorrido musical a la memoria de “¡El rey, José Alfredo!” con una última melodía para el recuerdo bajo el rótulo “Las botas de charro ilustrada en el álbum “Gracias” (RCA Victor, 1972), pero, a su memoria y, a la de su amada, Alicia Juárez, se recapitula el sentido cancionero, a manera de dueto, “José Alfredo y Alicia” (Arcano Records, 1971) destacándose “Te solté la rienda”; “No niegues que me quisiste”; y, el coplero de antaño con las célebres “No me amaneces” – “Cuando vivas conmigo” – “La media vuelta” – “Me equivoqué contigo” – “La mano de Dios” – “Amanecí entre tus brazos – “Si nos dejan” y “El  siete mares”.

 

Sin más preámbulo, los eternos José Alfredo y Alicia escondidos en algún lugar del cielo, estarán cantando, a viva voz, “¡Si nos dejan!”.

 

¡A SU SALUD, REY JOSÉ ALFREDO!

(1926 – 1973)

 

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COLETILLA: SU CORRELIGIONARIO __O, TAL VEZ, “RIVAL DE PATIO”__, EL IGUALMENTE FALLECIDO, VICENTE FERNÁNDEZ, INTERPRETÓ TRES DE SUS TEMAS ESPECIALES: “EL CABALLO BLANCO”; “LAS BOTAS DE CHARRO”; Y, LA RESPLANDECIENTE, “¡EL REY!”. ¡VAYA COMPARSA QUE DEBEN ESTAR ARMANDO ESTE PAR DE CHARROS EN EL BENEMÉRITO CIELO!

 

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NICOLÁS FERNANDO CEBALLOS GALVIS

10 FEBRERO 2023

  

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