ADIÓS, ADIÓS, ILUSTRE CABALLERO...

In Memorian de Antonio Caballero Holguín (Bogotá, 15 de mayo de 1945; ibidem, 10 de septiembre de 2021).


Caballero es un periodista en todo el sentido de la palabra exquisito. Se destaca por su forma de analizar no sólo los aspectos sociales nacionales sino internacionales. Debate de forma serena sobre política. Es de anotar que su influencia intelectual lo lleva a exponer con discreción su ideario. No solamente enfatiza en el campo periodístico sino también en la caricatura con su sección “Monólogo” en Revista Semana aplicando un toque de mordacidad (también en la escritura). Su estilo es directo, digámoslo crítico, con un sabor a picante, pues su imparcialidad entrevé que no juega en la posición de ninguna élite política y, obviamente, de ningún político. Es argumentativo al hacer cualquier disección __impecable, por cierto__ del tema que trata a través de la columna cuya estructura es clara para el lector. Actualmente mantiene su espacio en Revista Semana y hace parte con María Elvira Samper del programa de debate “Las Claves” transmitido por Canal Capital.

Sin duda, es uno de los grandes periodistas del país.


Así definí a Caballero en mi época de academia (que, valga subrayar, mantengo activa, a través de la investigación) cuando me inmiscuí, de lleno, en estos albores de las letras y el periodismo, aunque el título que me confirió mi “Alma Mater”, la Fundación Universitaria San Alfonso, Sede Bogotá, reza Comunicador Social (mi profesión, claro está). Como dato adicional, en el periódico universitario, “Kalandria-U”, tuve oportunidad, por ejemplo, de participar por intermedio de uno que otro artículo que allí me publicaban acrecentándose exponencialmente mi gusto por la redacción.

Corría el año 2015 __septiembre para ser exacto__ y era un aprendiz más del “Taller de redacción periodística IV” impartido por la muy aplicada pero simpática docente, Dayana Amado, y en una de sus sesiones de casi tres horas (si mal no estoy convocada para los días viernes, en las tardes) prorrumpió una actividad de acuerdo al tema que estábamos viendo para la época: la columna de opinión como género periodístico; para que la resolviéramos en clase y de no alcanzar a contestarla la termináramos en casa como era, en ese entonces, una bendita costumbre solicitarle un denominado “rescate” si nos veíamos “muy colgados de tiempo” para realizar los trabajos que nos asignaba.

Prácticamente, se trataba de escoger tres referentes que teníamos como modelo a seguir en esto de las opiniones y emitir un concepto escrito para cada uno de ellos.

Así las cosas y pese a que tengo otros varios columnistas favoritos por ahí suscritos en mi listado personal, escogí a los reconocidos periodistas Jorge Gómez Pinilla, Enrique Santos Molano y Antonio Caballero Holguín que, a decir verdad, no se trata de ningún referente personal sino de mi maestro al que no tuve oportunidad de conocer personalmente, aclaro, pero sí conocí de su admirable trabajo desde su sapiencia expuesta a partir de sus finas letras y sus muy eficaces caricaturas.

Cuando inicié mi carrera profesional, la primera sección de columnas que empecé a leer fueron las de Revista Semana __cuando verdaderamente era una revista y dejémoslo hasta ahí__ teniendo dentro de su staff de columnistas a personajes hoy día muy avezados en la materia como María Jimena Duzán; como Daniel Coronell; como Daniel Samper Ospina; como el caricaturista, “Vladdo”, y, obviamente, al que mandaba la parada: Antonio Caballero. Así, comencé a seguirlo y a conocer de su excelso trabajo como columnista de opinión. De tantos sobresalientes dictámenes que tuve oportunidad de leerle aún permanece en mi memoria uno bajo el regio título “Que se callen” (Caballero, A., 2013) que no tendría sentido contar de qué trata, pero valdría la pena que se releyera un par de veces más.

En alguna ocasión comenté que las grandes personalidades literarias y periodísticas del país se forjaron en la emblemática revista escolar “El Aguilucho” del prestigioso, pero chirriadísimo colegio Gimnasio Moderno cuya historia fundacional es magnífica, en todo su esplendor. Y, sobre la revista, tengo el honor de conservar el ejemplar de mi finado padre (VOL. XL-No153- NOV 72.) en su calidad de bachiller de esa institución de la que, valga resaltar, asimismo hicieron parte, entre tantos, el afamadísimo periodista Daniel Samper Pizano con quien concuerdo plenamente en su bella exposición titulada “De El Aguilucho a Los Danieles” (Samper, D., 2021) en la que relata, con anécdotas incluidas, su honorable amistad con Caballero; su hijo, Daniel Samper Ospina, también es gimnasiano y, claro, la dinastía de Los Caballero empezando por el genial, Antonio.

Me atrevería a decir que este aristócrata de las letras __todo por pertenecer a una representativa familia de la élite santafereña__ nació con esa vena literaria y ese afán inconmensurable por alimentar su alma de intelectual. Por citar, hijo del periodista, escritor y diplomático Eduardo Caballero Calderón (Bogotá, 10 de marzo de 1910; ibidem, 3 de abril de 1993), reconocido no solo por ser el fundador, en épocas de estudiante gimnasiano, de “El Aguilucho” (1927) sino por su nutrida experiencia literaria que lo llevó a obtener, en 1966, el premio literario “Nadal” por la novela “El buen salvaje”. O qué decir de otras de sus obras literarias notables como “Siervo sin tierra” o la prolífica “El cristo de espaldas” por cierto, de amena lectura; sobrino del majestuoso periodista Lucas Caballero Calderón “Klim” (Bogotá, 6 de agosto de 1913; ibidem, 15 de julio de 1981) quien pasó por los principales diarios del país, El Tiempo y El Espectador, respectivamente, y hermano del pintor Luis Caballero (Bogotá, 27 de agosto, 1943; ibidem, 19 de junio, 1995).

Su espectacular brío periodístico iniciado en corporaciones mediáticas internacionales de la talla de “The Economist”, la “BBC” y “Cambio 16” y complementado, a nivel nacional, en la otrora y aún rememorada revista de izquierdas “Alternativa” __y, dispénsenme el dislate, pero… ¡Vaya uno a saber si Caballero era un “oligarca de izquierdas”!...__, “El Espectador”, “Semana” y, antes de su deceso, en el portal digital “Los Danieles” con su grata columna dominical cargadas, como era costumbre, de una acuidad periodística impecable, lo combinó con la caricatura, la tauromaquia y la literatura comenzando por su única novela “Sin Remedio” (1984) y el impecable manuscrito “Historia de Colombia y sus Oligarquías” (2014) donde comenta, sin tapujo, pero con un toque de agudeza y sátira a la vez el trasegar de esta aún “Patria Boba” llamada Colombia. Solo para enfatizar dos de los 13 capítulos en total de su gesta: “El interminable Frente Nacional” y “Los jinetes del Apocalipsis”. ¡Contundentes!

Tal como lo despidió su colega, María Jimena Duzán: “…Antonio, querido amigo. Buen viaje. No se diga más…”.

Yo lo despido con un adiós, adiós, ilustre Caballero…

Coletilla literaria. Ya que se ha traído a colación el nombre de Daniel Samper Pizano, reposa en mi biblioteca el título “¡Piedad con este pobre huerfano!” (P&J Editores, 1984). Un compilado de sus más sobresalientes artículos periodísticos… ¡Y humorísticos!

Coletilla musical. Mis 5 favoritas del maestro Roberto Roena: “Guaguancó del Adiós”; “Marejada Feliz”; “Mi Desengaño”; “Que Me Lo Den En Vida” y “Cómo Te Hago Entender”. ¿Otra más para sacar del baúl salsero?... Feliz viaje a la eternidad “Rey del Bongó”. Q.E.P.D. 

Comentarios

Entradas populares