EL "REGENERADOR" NÚÑEZ
“…Soy filósofo hasta la médula
y obro siempre de acuerdo con lo que pienso…”.
A
lo largo y ancho de nuestra vasta historia nacional, se tiene un recuento de
que sólo tres personajes políticos no más, oriundos del caribe colombiano, han tomado
asiento en la primera silla del Poder Ejecutivo, a saber: Núñez, Campo Serrano
y Petro (éste último, en ejercicio de sus funciones presidenciales hasta el 7
de agosto de 2026).
Dirán
algunos: “Petro no es costeño”, pero es que así haya sido criado en Zipaquirá
(Cundinamarca), su lugar de origen es y seguirá siendo hasta su muerte el
municipio de Ciénaga de Oro (Córdoba) a escasos 35 minutos de Montería.
Desconozco
por completo si, al finalizar su accidentado cuatrienio, el señor Petro pasará
a esos vastos acápites de nuestra historia como un “héroe” (no sé si sea mucho
decir) o un “villano” (no sé si sea mucho decir), pero de lo que sí estoy
absolutamente convencido es que los señores expresidentes Rafael Wenceslao
Núñez Moledo y José María Campo Serrano sí que continúan ostentando
desde la eternidad una efigie, prácticamente protagónica, en los devenires de la
historia patria; por supuesto, más el benemérito doctor Núñez: en suma, actor
fundamental y, por antonomasia, de paso, de ese periodo histórico y político,
además, comprendido con el mote de “La Regeneración” y la posterior
promulgación de la Constitución de 1886 que rigió en el orden nacional por
espacio de 104 años hasta su derogación en 1991.
Nativo
de Cartagena (tal como Rodrigo de Bastidas denominó a la bahía que hoy la ocupa
en su totalidad) y que, fundada en 1533, por Pedro de Heredia, se halla una
imprecisión en cuanto al lustro de su nacimiento, pues se arroja 1825 como el
principal, no obstante, en la sesuda y rica biografía de Núñez con prólogo
incluido del expresidente liberal Eduardo Santos Montejo (1938-1942) fechado
del 12 de agosto de 1944 y elaborada por el cuasi estadista, Indalecio Liévano
Aguirre, éste suscribe 1823.
Empero,
fue un 28 de septiembre de alguno de esos dos lustros que en el seno del hogar
conformado por Francisco Núñez García y Dolores Moledo García, nació Rafael
Wenceslao Núñez Moledo en la Cartagena que por espacio de 275 años estuvo bajo
dominio español; en la “Ciudad Heroica” que resistió por cielo, tierra, mar y
aire la insurrección de la Reconquista comandada por Pablo Morillo un 20 de
agosto de 1815; en la ciudad más grande del Virreinato español y la que,
finalmente, un 11 de noviembre de 1811 se declaró independiente de España y
cuyo acontecimiento (a nuestros días) se conmemora bajo las denominadas “Fiestas
de Independencia de Cartagena”.
Antes
de hacerse con la presidencia de Colombia en cuatro oportunidades, desglosadas,
en un primer momento, al interior de lo que dentro de los años 1863 a 1886 se
conoció como los Estados Unidos de Colombia (ejerciendo en tal periplo la 15ª. y
20ª. presidencia durante los bienios 1880-1882 y 1884-1886); y, en un segundo
momento, ya en los albores de la recién instaurada República de Colombia durante
los años 1887-1888 y 1892-1894, hizo parte de las tropas rebeldes que
lucharon en la “Guerra de los Supremos” (1839-1842) la cual, en palabras de
Hernández (2025), “…Rafael Pardo en su Historia de las guerras, nos
dice que una norma expedida en 1821 (y no aplicada en su momento por diversos
motivos políticos), exigía suprimir y vender los conventos menores que tenían
menos de ocho religiosos y destinar el producido de la venta a la
instrucción pública y a las misiones en zonas apartadas. Tal medida afectó a
tres conventos en Pasto. A la cabeza de la revuelta popular, que protestaba por
el cumplimiento de la norma, estuvo el clero de la ciudad, liderado por el
padre Francisco de la Villota. La coyuntura dio inicio a la guerra de los conventos
de Pasto o guerra santa, la cual obligó al gobernador de la ciudad a negociar y
no dar cumplimiento a la norma…”.[1]
Ilustrísimo
egresado de la Universidad de Cartagena (de la que fue rector) y, a la postre,
alma mater en la que se recibió en calidad de bachiller y licenciado, dan
cuenta de tales sucesos académicos el parágrafo PRESENCIA Y ESPÍRITU DE
RAFAEL NÚÑEZ EN LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA correspondiente al encabezado INTRODUCCIÓN
A LA HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA[2] de
Roberto Burgos Ojeda (2010) en donde transcribe: “…Bachiller y Licenciado de
nuestra Universidad, doctor en Jurisprudencia y más tarde Rector magnífico, la
vinculación de Nuñez al Cláustro agustino no ha sido destacada con los honores
que merece. Un 18 de agosto de 1843 la Universidad del Segundo Distrito le
reconoce a Rafael Wenceslao Núñez Moledo su status de Bachiller y
Licenciado. (…) En el mes de enero de 1845 Rafael Núñez es recibido como
Doctor en Jurisprudencia. El consejo de la Facultad de Jurisprudencia declara
que el señor Rafael Núñez "fue admitido a los exámenes requeridos para
optar el grado de Doctor en Jurisprudencia" y mostró en ellos extensos y
sólidos conocimientos en economía política, derecho civil, derecho penal,
procedimiento, derecho eclesiástico y práctica forense…”.
En
tanto, en el subtítulo NÚÑEZ RECTOR MAGNÍFICO, afirma:
En
momentos de crisis académica, vigente la ley del 15 de mayo de 1850, ya citada,
en la cual se declara que no son necesarios "los grados" o
"títulos" para ejercer la profesión científica, llega Rafael Núñez a
la Rectoría de la Universidad. Era el año de 1852, mes de febrero y permanece
en la Rectoría del Cláustro durante 7 meses, o sea, hasta principios de enero
de 1853. La Rectoría de Núñez coincide con la Gobernación de Juan José Nieto
Gil, del cual era al mismo tiempo Secretario General, con el impulso de su
juventud, Nuñez impone al Cláustro un nuevo ritmo, sacudiéndolo de la
postración en que lo dejaron López Tagle y el modesto funcionario interino, él
médico Doctor Andrés Fortich. Su proximidad al general Nieto, su amigo y
Gobernador, le facilita la tarea de devolverle al Cláustro de San Agustín sus
clásicas glorias. Son pocos los documentos rectorales que en el periodo de
Nuñez Rector, salvó la negligencia, la inercia local y la mala fe de algunos
políticos contra la obra extraordinaria del reformador, llamado a los más altos
destinos políticos. (Ojeda, 2010).
Valiosa
actividad que lo llevó a encaminarse en aquellas lides políticas de antaño al
adentrarse a la Sociedad Democrática de Cartagena, pero sin dejar de
lado su ejercicio periodístico al interior del periódico “La Democracia” el
cual fundó en ciudad natal en 1849.
Núñez,
quien, antes de ser mandatario de los colombianos, fue secretario general del
veterano militar José María Obando cuando este tuvo a cargo la gobernación de
la Provincia de Cartagena (1849), contrajo nupcias con su primera esposa,
Dolores Gallego Martínez: hecho este que, acaecido un 3 de junio de 1851,
nacerían de tal unión Francisco y Rafael.
Y en
línea con otra de sus dignidades políticas en lo que respecta a su cargo de
otrora dirigiendo la gobernación de la Provincia de Cartagena (1854), habrá
que recordar que representó al Estado de Panamá ante la Convención de Rionegro
(Antioquia) de 1863 en la cual se promulgó la históricamente denominada
“Constitución de Rionegro” que originó la entrada en vigor de los Estados
Unidos de Colombia (1863-1886) bajo la égida de un régimen de corte netamente federalista
y de cuyo concepto Núñez fue un opositor de carrera.
A
pesar de que los presidentes liberales (o llamados para la época liberales
“radicales”) que hicieron parte de los Estados Unidos de Colombia (Manuel
Murillo Toro (4º. periodo y 11º. periodo, correspondientemente, durante los
bienios 1864-1866 y 1872-1874) y José Santos Gutiérrez Prieto, entre 1868 a
1870) le encomendaron a Núñez los consulados de Le Havre (Francia), el primero,
en 1865, y Liverpool (Inglaterra), el segundo, desde 1869 a 1874, éste
emprendió caminos presidenciales hacia 1876, pese a que salió derrotado en
la contienda de tal lustro por otro liberal “radical” de aquella era: el oriundo
de Barichara (Santander), don Aquileo Parra, quien, para lo corrido de su
bienio, afrontó la “Guerra Civil Colombiana” o “Guerra de las Escuelas”, que,
acaecida entre los años 1876 y 1877, será objeto de estudio para una próxima
ocasión.
Derrota
que, entre otras cosas, catapultó a Núñez para hacerse líder de los
liberales “independientes”, es decir, los opuestos a los radicales, que, en
suma, apoyaban el sistema federal que, bendecido por la “Constitución de
Rionegro”, comandaba los destinos de los Estados Unidos de Colombia; liderazgo
que, en síntesis, lo llevó a trazar su ideario de reformar el aparato estatal en
su totalidad mediante el surgimiento de la base o movimiento de “La
Regeneración”, sin embargo, con la victoria, en 1878, del liberal
“independiente”, Julián Trujillo Largacha (1878-1880), pronunció, en calidad de
presidente del Congreso, la siguiente frase en la toma de posesión del electo
presidente así: “…Hemos llegado a un punto en que estamos confrontando
este preciso dilema: regeneración administrativa fundamental o catástrofe…”.
Cabe
resaltar que, en 1877, contrajo nupcias con su segunda consorte, Soledad
Román Polanco, porque la historia lo devela como todo un “rompecorazones”.
Para no ir tan lejos, el escritor Nicolás del Castillo así lo describió: “…(Era)
mozo inteligente, de hundidos ojos azules, cabellos rubios finos, pómulos
salientes, tez muy blanca y facciones irregulares que afeaban el rostro, pero
que no le quitaban cierto mágico e indefinible atractivo masculino…”; sin
soslayar que, hace marras, el profesor López de Mesa dijo de él: “…Enclenque,
desgarbado y feo, de barba hirsuta y mirar acerado de aguilucho, parecía judío
de oriente. Pero la nariz corva y la frente arrebatada hacia la altura sobre un
par de cejas imperativas y salientes, como un ‘arc boutant’, sellaban la
alcurnia de su vigorosa hombría…”.
Presidencias
de Núñez
Presentándose
a las elecciones de 1880 como liberal “independiente”, se hizo con la
primera magistratura de la nación hasta el 1 de abril de 1882.
Durante
su primer gobierno, mediante la Ley 39 de 1880 “Por la cual se conceden varias
autorizaciones al Poder Ejecutivo para fundar en la capital de la Unión un
"Banco Nacional”, se fundó el Banco Nacional; y, subsiguiente a este
primer acto, se dio paso a las construcciones del Canal de Panamá (por parte de
la comitiva francesa encabezada por Ferdinand de Lesseps) y del ferrocarril
entre Bogotá y Girardot.
Unido
a lo anterior, subrayar, también, (los) “…estímulos a la navegación por el
río Magdalena y por los ríos Lebrija y Sinú, y puertos marítimos. Estímulos a
la creación de las ferrerías de Samacá y La Pradera, servicio del cable
submarino para unir al país con el mundo, neutralidad internacional en Panamá
para el tráfico de mercancías por el Istmo incluidas las armas importadas por
los beligerantes desde las potencias Noratlánticas durante la guerra del
pacifico (1879- 1884) que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú…”. (Pinzón,
2020).[3]
Pese
al abrupto periodo comprendido entre 1882-1884, pues, con la muerte en pleno
ejercicio de sus funciones del entonces presidente liberal “independiente”
Francisco Javier Zaldúa y Racines y la consumación de los respectivos
interinatos representados en las personas políticas del liberal “radical”
Clímaco Reyes Calderón (1882), del liberal “independiente” José Eusebio Otálora
Martínez (1882-1884) y del liberal “radical” Ezequiel Hurtado Hurtado (1884), Núñez
saldría triunfador en las elecciones del 84; avante, __ahora
sí__, con su consigna de “La Regeneración” que, en la
toma de posesión de Trujillo, definió como “…la política del orden y la
libertad, fundada en la justicia. Es la política de la justicia fundada en la
práctica religiosa y leal de las instituciones…”.
En
la práctica, se trataba, pues, de liderar un movimiento de “conservatización”
del país (en el sentido de establecer un “nuevo orden”) a efecto de terminar
con el régimen federal de los Estados Unidos de Colombia, con la hegemonía
liberal “radical” adscrita a tal ideología y la promulgación de una nueva carta
política de carácter centralista.
Lo
que no presupuestó Núñez fue el encontronazo con la “Guerra Civil Colombiana”
(1885) que le plantaron los liberales “radicales” en oposición a sus ideas
centralistas y
de la cual la facción conservadora (adherida a Núñez y contraria a los
liberales “radicales”), salió triunfante en la “Batalla de La Humareda”,
acaecida el 17 de junio de 1885, bajo el mando del general Guillermo Quintero
Calderón.
Con
el grito de victoria prorrumpido por Núñez: “…La Constitución de 1863 ha
dejado de existir…”, el 11 de noviembre de 1885 se instaló en Bogotá el
Consejo Nacional de Delegatarios que convocado por el supremo gobierno para
deliberar los términos en que debía procederse a la nueva Constitución, ésta se
promulgó y sancionó el 5 de agosto de 1886, a finales de la presidencia del
samario, José María Campo Serrano, adscrito al Partido Nacional de Núñez, y que
así la define el Archivo General de la Nación (s.f.):[4]
La
Constitución de 1886 o de la “República de Colombia” es la más voluminosa de
las constituciones colombianas del siglo XIX, también conocida como la
constitución de Núñez y Caro, de corte netamente conservadora, es el producto
del periodo conocido como la Regeneración, es a la vez la de mayor duración,
pues fue derogada en 1991, más de cien años guio los destinos de los
colombianos, tuvo 74 reformas entre las que se encuentran: el cambio de nombre
se pasó de “Estados Unidos de Colombia” a “República de Colombia”; la
separación de Panamá; el voto y la ciudadanía femenina; la elección popular; el
frente nacional; el periodo presidencial se aumentó a seis años inicialmente y
luego paso a cuatro; se establecieron los departamentos como forma
administrativa territorial en vez de los estados soberanos; se dejó el sistema
federal y se fortaleció el estado central; la fe católica como la religión
oficial del territorio; se estableció la mayoría de edad a partir de los 18
años; se retrocedió en derechos como el divorcio y la censura que paso a ser
del ámbito clerical, lo mismo que la educación; se crea la figura del “Estado
de Sitio” para afrontar los conflictos tanto internos como externos, y es el
preámbulo a lo que sería otra de las etapas bélicas de la historia de Colombia
en el siglo XIX y principios del XX, la guerra de 1895 y la llamada la “Guerra
de los mil días”.
Durante
su tercer periodo presidencial establecido del 4 de junio de 1887 a 7 de agosto
de 1888, se hizo efectiva la firma del Concordato con la Santa Sede (1887) que
en palabras de González (2017): “…el 31 de diciembre de 1887 se firmó el
acuerdo, cuyo artículo I comienza por reconocer que la religión católica es la
de Colombia, de donde se deducen las obligaciones de los poderes públicos a
reconocerla como elemento esencial del orden social, y a protegerla y hacerla
respetar…”.[5]
En
últimas, aquejado por su precario estado de salud, su última presidencia, entre
1892 a 1894, transcurrió en la Hacienda de “El Cabrero”, ubicada en su natal,
Cartagena, y donde, lamentablemente, pereció el 18 de septiembre de 1894
acompañado de su esposa, Soledad.
Autor
de la letra del himno nacional de la República de Colombia, musicalizado por el
compositor italo-colombiano, Oreste Síndici, y oficializado por medio de la Ley
33 del 28 de octubre de 1920, sancionada por el presidente Marco Fidel Suárez,
su pensamiento político tiene registro en sus “Ensayos de Crítica Social”
(1874) en el que “…aborda diversos temas relacionados con la sociedad
colombiana de la época. En él, se encuentran ensayos sobre la educación, la política, la religión, la moral y la economía, entre otros temas relevantes
para la sociedad del siglo XIX. El autor reflexiona sobre la importancia de la
educación en el desarrollo de la sociedad, así como sobre la necesidad de una
reforma política que permita una mayor participación ciudadana en la toma de
decisiones. También se adentra en temas religiosos, cuestionando la
influencia de la Iglesia en la sociedad y la necesidad de una separación entre ésta y el Estado. Además, Núñez analiza la situación económica del país y las desigualdades sociales
que existen, proponiendo medidas para mejorar la distribución de la riqueza y reducir la
pobreza. En general, ''Ensayos de crítica social'' es un libro que
ofrece una visión crítica y reflexiva sobre la sociedad colombiana de
la época y que sigue siendo relevante en la
actualidad…”. [6]
Sin
duda, hasta el último día de su vida, sus convicciones lo hicieron mantenerse
como todo un filósofo hasta la médula dado que siempre obro de acuerdo a lo que
pensaba.
Nicolás
Fernando Ceballos Galvis
Bibliografía:
Arizmendi,
I. (1983). Rafael Núñez. En Interprint (Ed.), De Bolívar a Belisario.
Gobernantes colombianos (pp. 111-116). Interprint (2ª. Ed.).
[1] Hernández, J. (29 de enero de
2025). La guerra que inició la Iglesia. Señal Memoria. https://www.senalmemoria.co/articulos/guerra-que-inicio-la-iglesia
[2] Burgos, R. (25 de diciembre de
2010). INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DE LA UNIVERSIDAD DE CARTAGENA.
Wayback Machine. https://web.archive.org/web/20101225081602/http://unicartagena.edu.co/historia.htm#
[3] Pinzón, A. (23 de noviembre de
2020). Colombia. Rafael Núñez: la guerra, la política y el origen del Estado
Capitalista. Resumen Latinoamericano. https://www.resumenlatinoamericano.org/2020/11/23/colombia-rafael-nunez-la-guerra-la-politica-y-el-origen-del-estado-capitalista/
[4] En: https://www.archivogeneral.gov.co/sites/default/files/exposiciones_patrimonio/ConstitucionesColombia/1886/Texto1886.pdf
[5] González, F. (21 de julio de
2017). El Concordato de 1887: Los antecedentes, las negociaciones y el
contenido del tratado con la Santa Sede. Banrepcultural.
[6] En: https://www.popularlibros.com/libro/ensayos-de-critica-social-1874_I0100111366
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