¡PETRO, PRESIDENTE! ¿Y...?
Sí: el mismísimo ex subversivo del desaparecido Movimiento 19 de abril (M-19).
Sí: ese fogoso ex parlamentario que, en tiempo reciente, encabezó la
oposición contra el desgobierno del tristemente célebre recordado Iván Duque, alias
“La Chiva”, __por aquello de su canosa barba en imitación a la del
hoy prófugo ex comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo__; pero,
valga acotar, también, sus memorables épocas de antaño en las que retumbó el
congreso bajo el amparo, en el buen sentido de la palabra, del acápite “lides
politiqueras” inmerso en la diciente proclama “Pablo Pueblo” del portentoso
cantautor panameño, Rubén Blades, con sus vehementes denuncias contra el
régimen que, en suma, terminaban comprometiendo al entonces presidente Uribe y
su nauseabundo círculo delincuencial. Como dijo un magistrado por ahí que
sugirió investigar al “Señor de las Sombras” por sus presuntos nexos con el
paramilitarismo: “no es posible estar dentro de una piscina y no mojarse”.
Mejor dicho: ese “déspota de izquierda” como lo definió Daniel
García-Peña al presentarle su carta de renuncia irrevocable al cargo de
director de Relaciones Internacionales de la alcaldía en pleno inicio de su
mandato en Bogotá, por periodo de cuatro años, pese a la destitución a cuestas __declarada
inexequible, tiempo después__, proferida, en su contra, por el
otrora procurador, el cavernario, Alejandro Ordoñez, máxima imagen y semejanza
del ultra conservatismo doctrinario en Colombia, fue el que resultó electo como
presidente de la República para el cuatrienio constitucional 2022 – 2026 en una
reñida segunda vuelta contra el pedestre candidato, Rodolfo Hernández.
La tercera fue la vencida después de 2 intentos fallidos (2010 y 2018
respectivamente) resumiéndose la victoria de Gustavo Petro en un capítulo de la
histórica telenovela colombiana, “Yo soy Betty, la fea”, cuando don Roberto
Mendoza interpretado por el magnánimo actor, Kepa Amuchástegui, __quien,
a la postre, cuenta con un preciso y precioso uso de la lengua castellana__
evocó la siguiente frase lapidaria en la junta directiva que, a regañadientes,
designó a Betty (Ana María Orozco), para entonces transformada, como presidenta
para salvar a Ecomoda del desastre en la que la sumergió don Armando (Jorge
Enrique Abello): “estamos frente a dos opciones: lo que nos gusta y lo que nos
sirve. Si alguien en esta mesa tiene otra solución para que esta empresa no se
acabe, otra opción mejor que la del doctor Santamaría, que hable ahora”.
Así las cosas, políticamente hablando entre “lo que nos gusta” y “lo que
nos sirve”, significaba, de tajo, la desgraciada elección del candidato Hernández,
de corte hostil y troglodita, en representación del sectario “uribismo”; del
conformismo; de las asociaciones para delinquir bajo el apelativo de “los
mismos con las mismas”; de la corrupción sistémica; de la ramplonería y el
“trato a las patadas” para con sus subalternos y electores; etcétera. O, la consciente
elección de un representante, como el candidato Petro, que, pese a su
cuestionado “Pacto Histórico” (PH), venía consolidándose, quiérase o no, desde
mediados del presente siglo, como el próximo presidente de Colombia cuya
dignidad se la otorgó más de 11 millones de ciudadanos a través del derecho al
sufragio. Por fortuna, el país, mamado de lo mismo, eligió a conciencia por la
representación de un cambio social.
Cambio social que, sin temor a equivocarme, no será a corto plazo. Aún
más: no es que, en 4 años, pasemos de la hoguera de los más recónditos
infiernos al jardín del edén.
No.
Pretende el nuevo gobierno, en cabeza de Petro, establecer los cimientos
de ese cambio; pretende que, ese manifiesto político que lo acompañó en campaña
denominado “Colombia, potencia mundial de la vida”, se establezca, de
generación en generación, como el pilar fundamental para restaurar, desde todos
los ámbitos, una nación visiblemente resquebrajada; pretende, de igual manera,
la instauración de una “paz total” convocando a todos los sectores armados a
unirse al llamado y deponer sus armas; pretende una política ambiental en
defensa de la vida y la naturaleza; pretende transformar a Colombia en una
futura sociedad del conocimiento donde prime el saber y el acceso a la
educación para todos aquellos jóvenes que aún no tienen el privilegio de ser
parte de ella; pretende una política del amor fijada, primeramente, en una gran
reconciliación nacional; pretende, en resumen, gobernar a manera de unidad
nacional.
Si es que lo dejan, pues aparte de la férrea, pero bobalicona oposición
uribista, el recién presentado proyecto de reforma tributaria ya comenzó a
levantar ampollas en los talones de Aquiles de ciertos poderosos, con ínfulas
de “caifases”, y, de contera, ahora le sacaron una penosa enfermedad, con supuesto
tiempo límite de vida.
Esperemos que no termine siendo el presidente que no fue.
NICOLÁS
FERNANDO
23
SEP, 2022
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