LA ALCALDESA LOPEZ

Antes de celebrarse las elecciones regionales de 2019 en escogimiento por medio del voto popular instaurado en la carta política del 91 como mecanismo de participación ciudadana de nuevos alcaldes; gobernadores; diputados; concejales y miembros de las Juntas de Administración Local (JAL), suscribí una carta dirigida para ese entonces a los candidatos a la alcaldía de Bogotá, a saber: Claudia López; Carlos Fernando Galán (hoy miembro del cabildo distrital por seguirle en votos a la electa alcaldesa); Hollman Morris y Miguel Uribe, primeramente solicitándoles una propuesta concerniente a un plan de gobierno y de desarrollo aplicado a la mayor brevedad posible en Bogotá como eje constructor de políticas públicas y el pleno ordenamiento de la ciudad en caso de resultar elegido alguno de los aspirantes -mencionados con anterioridad- en el segundo cargo político más importante de Colombia en reemplazo, claro está, de Enrique “Cimiento” Peñalosa.

Acto seguido, que dejaran de lado los terrenos personales y el sectarismo a la hora de entablar los debates pues, en las reyertas evidenciadas, se demostró, por parte de ellos, un ansia desvirtuado de poder y la siempre echadera de culpas (que no ha de faltar en estas cuestiones politiqueras) entre el uno y el otro al estilo de “Burundanga” de Celia Cruz. En resumen, debates personalistas con un tema monotemático: el tan fantasmagórico metro para Bogotá y la conveniencia del mismo desde un modelo elevado propuesto en la alcaldía de Peñalosa o subterráneo como el propuesto por Gustavo Petro cuando fue alcalde.

Antes de llegar a ocupar el cargo para la que fue encomendada por decisión democrática, varios líderes de opinión aducían que su victoria se debía no solo al empoderamiento del voto femenino o el apoyo de la comunidad LGBTI a la persona de López por su orientación sexual. También, su paso por el congreso, en calidad de senadora, -como lo es hoy día su esposa Angelica Lozano del Partido Alianza Verde- fue fundamental para la construcción del andamiaje que la llevaría a tan importante cargo.

Porque no: su característica tenacidad en su otrora época parlamentaria, la vislumbraron como una líder política capaz de llevar a cuestas algo más arriesgado como lo es el manejo de una ciudad que un mero trabajo legislativo constituido en proyectos de ley y debates en la plenaria del congreso que, de acuerdo al portal Congreso Visible, fue autora de 74 proyectos de ley y ponente de 53 proyectos.

Inclusive, se hizo notar a favor del Referendo Anticorrupción liderado, para ese entonces, por ella como principal vocera de la iniciativa, Angélica Lozano y Jorge Robledo, actual parlamentario por el partido de izquierda Polo Democrático Alternativo (PDA). Iniciativa ésta basada en 7 preguntas (cada una necesitaba un umbral de 12.000.000 millones de votos), pero ninguna alcanzó la cifra: 11 millones y medio fue el tope para cada una de las estipulaciones expuestas a continuación:

1. Reducir salario de congresistas y altos funcionarios; 2. Corruptos no podrán volver a contratar con el Estado; 3. Contratación con pliegos más transparentes; 4. Audiencias públicas para conocer el gasto de entidades; 5. Congresista, a rendir cuentas por cómo vota y asistencia; 6. Quitarles los bienes a políticos corruptos y a sus testaferros y 6. Máximo tres periodos en corporaciones públicas.

No alcanzada la cifra para cada una de las proposiciones, los promotores de la iniciativa se irían por el camino de la vía legislativa como única opción para salvar y de paso aprobar, desde el mecanismo del debate legislativo, los 7 puntos del por poco triunfal Referendo Anticorrupción.

A tenor de lo anterior, se le recuerda por los durísimos debates entablados con miembros del partido -en ese entonces de oposición- Centro Democrático empezando por los dos presidentes que hoy tiene Colombia: Uribe y Duque; y con el fiscal general de la Nación de la época: el cuestionado Néstor Humberto Martínez por el caso Odebrecht. Hasta es recordada, como no, por su elocuente frase “como sanguijuela de alcantarilla” atribuida al mismísimo Uribe por salir corriendo hacia la Corte Suprema de Justicia -que hoy tanto detesta- a denunciar, en su momento, al también congresista Iván Cepeda por el brillante debate que promovió en 2014 sobre las relaciones de “El Innombrable” con el narcotráfico y el paramilitarismo.

Ya sin funciones parlamentarias, fue fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo para las elecciones presidenciales de 2018 bajo un proyecto denominado “Coalición Colombia” en contubernio con Jorge Robledo. Y, sin opciones para que Fajardo ganara la presidencia, decide postular su nombre como candidata a la alcaldía de Bogotá que, sin imaginárselo, “le sonó la flauta”.

El dado caso fue que ganó la candidata Claudia López -avalada por el Partido Alianza Verde y el Polo Democrático Alternativo (PDA)-, para tomar las riendas del distrito capital para el periodo 2020-2023 que, de acuerdo con los datos proporcionados por la Registraduría Nacional, con 1.108.541 votos salió vencedora de la tan sorpresiva jornada electoral del 30 de octubre de 2019 pues, era la primera vez en la historia política de Bogotá que una mujer llegara al Palacio Liévano en calidad de mandataria de los capitalinos. Claro está que, si hablamos de diferencias numéricas, fue mínima entre los candidatos Claudia López y Carlos Fernando Galán por 3.821 votos luego que, el candidato por el Grupo Significativo de Ciudadanos (G.S.C.) “Bogotá para la Gente” obtuvo 1.022.362 votos y un empate técnico entre el tercero de la contienda, -o sea Hollman Morris- y el último Miguel Uribe Turbay (evidente candidato tanto de sectores políticos afines a la derecha como del ala “peñalosista” por aquello de su cargo, en dicha alcaldía, como secretario de gobierno).

A punto de cumplir un año en el cargo, se ha dicho de todo un poco sobre su persona política y su gestión al frente del distrito y sus temáticas de abordaje desde todos los aspectos generales.

Por su persona política por haber sido parte de la primera administración de Peñalosa (1998-2000) como directora del Departamento Administrativo de Acción Comunal de Bogotá y su candidatura vicepresidencial al lado de Sergio Fajardo quien en las últimas horas ha rechazado tajantemente realizar un pacto con Petro para las elecciones presidenciales de 2022. Así el asunto: ¿A quién le conviene el triunfo de Claudia López? ¿A la arrogancia del “polista” Jorge Enrique Robledo por aquello de su irrestricto apoyo a la personalidad de su amigo político Sergio Fajardo? ¿A la “Coalición Colombia” de Fajardo? O, ¿Será que en 2021 Claudia López renunciará a la alcaldía para convertirse en candidata presidencial (o, por lo menos, para competir en una consulta interna con Fajardo)?

Varias facetas que, en síntesis, pueden interpretarse como un mero juego de póquer, aunque se pone a prueba la seriedad y la actitud de mando que dice tener la alcaldesa López y demostrar que su victoria no obedece a unos simples oportunismos políticos o al tan populacho “trampolín del Liévano a Palacio de Nariño”.  

Ahora, por su gestión administrativa tiene la sombra a sus espaldas del caso del hospital San Juan de Dios y la demolición del edificio central que ha despertado la oposición de Petro y los concejales de la Colombia Humana; y sobre los sectores correlativos a movilidad; educación; seguridad y cultura ciudadana, no se quedan atrás. Y a lo anterior, se adhiere la oposición política comandada por sectores de la izquierda relativa a su administración y el recalco del tan truncado acuerdo programático que habían entablado en conjunto con el líder de Colombia Humana Gustavo Petro sobre un metro subterráneo y el empoderamiento de la educación superior en la ciudad.   

En fin. Lo cierto es que, por ahora, no hay una ejecución plena de un plan -por lo menos de desarrollo- que incentive el crecimiento, desde todos sus ámbitos, de la ciudad capital; ni mucho menos un metro como método eficaz de movilidad, aunque se augura que todo estaría listo para su construcción (por lo menos su primera línea). Lo que si hay es un manejo digámoslo aceptable por parte del distrito -con López a la cabeza- en cuanto a la emergencia sanitaria a causa del Covid-19. 

Pero, ¿qué pasará con los otros temas para la ciudad inscritos en el plan de desarrollo presentado por la alcaldesa al concejo? 

Sabrá Dios… O Luis Ernesto Gómez, el excéntrico secretario de gobierno.

Coletilla 1. De “aislamientos preventivos obligatorios” y “aislamientos colaborativos e inteligentes” decretados por el (pseudo) gobierno a causa de esta pandemia que tiene en jaque a medio mundo, ahora pasaremos a “aislamientos selectivos” a partir del 1 de septiembre. Tanto eufemismo se me está pareciendo al cambiazo de masacres por “homicidios colectivos” … “¿colaborativos e inteligentes también?”.  

Coletilla 2. No habrá más cuarentena estricta en Bogotá según las versiones entregadas por la alcaldesa López. Lo que habrá es una reactivación social y económica general que ha denominado “Nueva Realidad”. Esperemos que así sea.

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