EL BIENIO DE DUQUE

El 7 de agosto de 2020 cumplió 2 años de estar en el poder ejecutivo como cabeza de esta rama del poder público el ingenuo sub presidente Iván Duque Márquez. Y empleo el prefijo sub porque es inferior o, muchísimo mejor, está por debajo de ya sabemos quién. Pero, hagamos un poquito de historia para complementar, con detalles, su impertérrita llegada a la Casa de Nariño y éste voluble bienio (periodo de dos años), de desgobierno.

Duque Márquez a quién en reiteradas ocasiones le han cambiado el nombre por el del fugitivo narcoterrorista “Iván Márquez”, comenzó su carrera política de la mano de Álvaro Uribe Vélez; mejor dicho: de “chupamecha” de ese, terminó convertido en senador de la República; y luego, por orden de ese, a través del tan propagandístico “¡El que diga Uribe!” (vaya entremetimiento), 10 millones de colombianos y alguito más terminaron sufragando a favor del candidato uribista para verlo convertido de manera pusilánime en lo que es hoy día: sub presidente. Lógico está que la manota negra del “buen muerto” “Ñeñe” Hernández no queda atrás. Ya sabrán a que me refiero.

Bien como he venido reiterando en otros artículos de orden político, en las pasadas elecciones presidenciales de 2018, Colombia se partió en dos al estilo de la otrora época liberal-conservadora de los años cincuenta del siglo pasado. Esta vez, entre uribistas empedernidos anti paz ¡y anti todo! y petristas que le acertaban al cambio por aquello de los congruentes debates y las impecables disertaciones públicas del candidato Gustavo Petro que, ni más ni menos, hacían temblar al inexperto candidato Duque quién obviamente, por órdenes de Uribe, se rehusó a entablar un último debate presidencial y a los miembros de su partido político de corte caudillista Centro Democrático (empezando por el jefe único de dicha colectividad o sea, el mismísimo Álvaro Uribe), hoy arrestado, bajo domicilio, por una investigación formal que se le adelanta por un caso de manipulación de testigos y “a quien le fueron imputados fáctica y jurídicamente los presuntos delitos de Soborno en actuación penal y Fraude Procesal, ambos en concurso homogéneo y sucesivo” de acuerdo con la providencia emitida por la Sala Especial de Instrucción de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia.

Tal como es la costumbre de estos señores dizque parlamentarios y seguidores, a ciegas, de las huestes del malévolo uribismo, acudieron a la pauta negra y a la disociación en redes para atacar la campaña del contrincante y atrapar incautos con “cuentos chinos” porque su pseudo intelectualismo no les da para más. Hasta el concepto “argumentación” es nulo para una secta tan intrínseca como pavorosa.

Con todas las ayuditas mediáticas dadas para ese entonces -principiando por las tan amañadas firmas encuestadoras-, medios privados de comunicación cuyas líneas editoriales de sus noticiarios se inclinaban hacia el entonces candidato Duque y unas redes sociales como foco de una permanente desinformación y mal información aún latente más la compra de votos en la costa y otras regiones colombianas (como Santander) con dineros provenientes del narcotráfico bajo la égida del asesinado dizque ganadero José “Ñeñe” Hernández, ¡ganó Duque!... Sin ningún contratiempo y bajo una consigna contradictoria: “el que la hace, la paga” pues, no se sabe si ese mismo lema vaya también para su “presidente eterno”.

Si Uribe y Santos fueron inaugurados al inicio de sus mandatos con un bombazo, Duque no fue la excepción pues, el 17 de enero de 2019, tendría que afrontar el primero de muchos problemas contentivo a la seguridad nacional del país: el atentado terrorista perpetrado por la guerrilla del ELN sobre las instalaciones de la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional General Santander (Sede Bogotá). Y, a esos muchos problemas, sumémosle el asesinato masivo de líderes sociales evidentemente olvidados por un Estado indolente, y las masacres acaecidas hace unos días tanto en el barrio Llano Verde de Cali que tristemente cobró la vida de 5 menores de edad y en Samaniego (Nariño) donde perecieron 9 personas.

Pero de esta fotocopia intacta de la “seguridad democrática” del entonces inexorable octenio (es decir, periodo de 8 años) con Álvaro Uribe Vélez a la cabeza, qué decir de las declaraciones emitidas por el ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo no solo desvirtuando las cifras entregadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre la delicada situación de violencia por la que está atravesando el país sino, como si se tratara de un “triunfo”, aduciendo un número menor de masacres comparado con años anteriores. ¿Qué tal, ah? Se trata de tener masacres cero, no menores, ministro. Ministro que solo “habla duro” pero su incompetencia como la del actual sub presidente que tenemos es evidente.

El hoy sub presidente viene convirtiéndose en el hazmerreír de varios sectores de la oposición política. Es, sin duda, el mandadero de quien lo puso desde el mediático “¡El que diga Uribe!” -sin olvidar la mano negra del “Ñeñe”- con tareas como las recordadas (mal) objeciones a la Ley Estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) hundidas en su totalidad por la Corte Constitucional, o la resurrección de una inocua reforma a la justicia que, con seguridad, busca la supresión de las cortes para delimitarlas en una “super corte” que, de tajo, fragmente el espíritu de la rama judicial como órgano del poder público y le otorgue la inmunidad judicial a su “presidente eterno” Álvaro Uribe.

Pero enumeremos otros desaciertos en lo corrido de su ahora sí pseudo gobierno: por ejemplo, la reinstalación de los “consejos comunitarios” de su mentor esta vez bajo el eslogan: “Construyendo país” suspendidos por la emergencia sanitaria a causa del Covid-19; la crisis en el sector educación que suplica la asignación de recursos y el empoderamiento de la universidad pública aunque la ministra Angulo habla de una gran “danza de los millones” que yo por lo menos no he visto; la desproporcionada reforma tributaria inventada al inicio de su cuatrienio rotulada como “Ley de Financiamiento”: desde el IVA a algunos productos de la canasta familiar hasta el aumento en algunos servicios públicos; y en linealidad con estos primeros desaciertos gubernamentales, se suma el asentamiento de militares estadounidenses en territorio colombiano, una profunda crisis diplomática con el país vecino de Venezuela (hasta se escuchan voces de guerra) y el extremado asentamiento de ciudadanos venezolanos el país producto de la deplorable situación a la que ha sometido a esa nación vecina el infalible régimen al mando del ya considerado dictador Maduro.

Y que decir de su programa de televisión “Aló, Duque” ¡de una hora diaria!, en cuya emisión no solo le “comunica” al país sobre la emergencia sanitaria a causa del Covid-19 y las medidas a tomar como el ingreso solidario a quienes más lo necesitan. O, encerrar a los ancianos, pero las canas se revelaron ¡y de qué manera!; sino también, su evidente baño de popularidad hablando de millones y millones y millones de pesos -como la ministra Angulo-, pero la situación económica del país no es la mejor como no la quiere pintar el señor sub presidente y la tasa de desempleo es terrorífica. Y, a la postre, su defensa acérrima para quien lo puso en el cargo por su arresto domiciliario es incuestionable configurándose como un pleno desacatamiento de la decisión prorrumpida por la Sala Especial de Instrucción de la Corte cuando lo que tendría que hacer como “mandatario” de todos los colombianos, es respetar lo dispuesto por la sala, pero no es capaz.

Por lo anterior, no quedará de otra que invocarle el cuidado del Estado y de nosotros los conciudadanos a la Virgen de Chiquinquirá, “la patrona de Colombia”, a la que acude cada vez que se siente acorralado porque, ahora que Uribe está en “hacienda por cárcel” ¿quién podrá dirigirlo? Y le faltan 2 años… de “tele gobierno” y, tal vez, de pandemia. ¿Será que el futuro será de todos?

Coletilla 1. De acuerdo a la renuncia de Álvaro Uribe al Senado, en mi concepto la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia es competente para seguir adelante con la investigación puesto que, de acuerdo al numeral tres del Art. 235 de la Constitución Nacional, es atribución de este tribunal “investigar y juzgar a los miembros del Congreso”. Por tanto, la investigación se inició cuando éste era senador y los hechos que se le imputan probablemente fueron realizados durante su ejercicio legislativo en connivencia con miembros de su Unidad de Trabajo Legislativo (UTL).

Coletilla 2. El término “bajo la égida”, lo acuño del único “Doctor en fútbol” el politiquero Carlos Antonio Vélez cuando adujo algo así como “bajo la égida del señor de las bolsas (Petro)… Como les gusta seguir asesinos”. Vélez, al igual que su hijo Luis Carlos, es portavoz desde su espacio radial “Palabras Mayores…(Amén)” del partido Centro Democrático y la ultraderecha colombiana. Ojo a este comentario emitido por “palabra de Dios Vélez” y saquen sus propias conclusiones: “el rival (Uribe) tiene un ataque muy peligroso: Cepeda, Farc, Eln, Petro y Bolívar”.

Coletilla 3. Sigue en aumento los casos confirmados por Covid-19 en Colombia y en la ciudad capital, Bogotá. ¿Terminaremos el año con más aislamientos preventivos y cuarentenas sectorizadas? Sin temor a equivocarme, así será. 

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