LAS ALMAS TAMBIÉN EXISTEN
LAS ALMAS TAMBIÉN EXISTEN
“La
filosofía es vana sino cicatriza las lesiones del alma” (Epicuro).
Año bisiesto 2020. Una semana antes del pleno brote de enfermedad mundial por coronavirus.
Universidad Estatal, 7:30 a. m.
Salón 1006
Año bisiesto 2020. Una semana antes del pleno brote de enfermedad mundial por coronavirus.
Universidad Estatal, 7:30 a. m.
Salón 1006
-
Jóvenes,
buenos días __saludó a sus condiscípulos universitarios el
portentoso profesor de filosofía con su característica seriedad__.
- Buenos días, profesor. __Le contestaron de pie todos los asistentes__.
- Gracias __les objetó de manera seca y colocándose sus anteojos de lectura les indicó__: siéntense por favor y abran sus libros en la página 100. Hoy hablaremos del existencialismo abordando muy especialmente los pensamientos de Heidegger y Sartre sobre este tema distinto al que está en furor en unas discrepantes redes sociales de las que ustedes bien lo saben no soy partidario por un vídeo viral con respecto a unos alienígenas caminando sobre las aguas mansas de la Laguna de Guatavita; vídeo del cual no quiero escuchar tesis alguna que tengan al respecto. Eso dejémoselo a la ufología internacional. ¡Más bien, centrémonos en la lección que he propuesto por favor! __Les exclamó con firmeza el excéntrico profesor__.
Por unos minutos, un silencio sepulcral invadió el aula de clase como si lo anterior hubiese sonado a una orden irrestricta propia de un maestro ortodoxo en su materia, pero al fondo del salón uno de los alumnos tomó la palabra:
- Profesor Amuchástegui: con el debido respeto que merece, permítame exponer la siguiente disertación.
- Adelante, Señor Santamaría __le respondió y deambulando por el salón de clase con gesto pensativo, le recalcó__: recuerde que estamos en un escenario donde todos los aquí presentes podemos ejercer, a plenitud, la libertad de opinión. Lo escuchamos.
- Miren __les indicó el alumno a todos estando de pie__: así como la Antártida, la Laguna de Guatavita en concepto de Verne “es el centro de la tierra”; en Nobsa, (Boyacá), sus pobladores han atestiguado varios avistamientos Ovnis (incluso, efectuando vigilias para dar cuenta del fenómeno); la serie de televisión americana Archivos X resultó ser un producto audiovisual en todo su esplendor peligroso para el Departamento de Estado de ese país por aquello del secreto extraterrestre que guardan con suma reserva al mundo; las proyecciones cinematográficas de Hollywood al retratar sobre estos asuntos muestran, con ahínco, como es que los Estados Unidos en calidad de si es que podemos denominarlos “héroes supremos” le ganarán la tercera guerra mundial a estos seres extraños cuando, inverosímilmente, un presidente de esa nación juega a dispararle a una nave espacial hasta derribarla por completo o, en el extremo de los casos, cuando esos mismos seres extraños dejan en la tierra a un alienígena que resulta ser exactamente igual que un ser humano. O la relación de uno de ellos __como E.T. __ con los humanos.
Por todo lo anterior, concluyo profesor Amuchástegui que no estamos solos y que ese vídeo viral que usted referenció al inicio de la clase no lo concibo como un montaje __a menos que se trate de una edición profesional__. Y, por ello, he de insistir que ese es el misterio más grande que le han ocultado a la humanidad por años: la existencia de los extraterrestres. ¿Esto podría ser un acápite dentro del existencialismo? __Preguntó a manera de hipótesis el muy convincente alumno Santamaría__.
Mientras unos compañeros meditaban la réplica de su compañero, otros la boicoteaban mediante ideas sin sentido hasta que se oyó un ¡cállense! del entre sorprendido y pensativo profesor quién no dudo en prorrumpir tal grito sentado en el escritorio principal del salón.
Acto seguido y al estilo de la “Escuela Peripatética” de Aristóteles, el profesor Amuchástegui mandó a sus alumnos a que hiciesen un gran círculo sentados en el piso del salón y paseándose por entre en medio de dicha figura, les expresó:
- A ver, caballeros, un momento __les indicó a sus alumnos luego de un profundo suspiro__: el señor Santamaría acaba de ponerme o, más bien, de ponernos en un aprieto gigante por esto de la existencia extraterrestre y su relación con el existencialismo que no es más que una corriente filosófica. Pero un aspecto no tiene que ver con el otro. Óigase bien __prosiguió el metódico profesor en un sano ambiente de meditación por parte de sus alumnos__: una cosa no tiene que ver con la otra, pero el alumno Santamaría dentro de su no muy mala exposición nos conduce a preguntarnos como buenos filósofos que somos el por qué y el para qué de las cosas y a continuar el principio de Ortega y Gasset al encontrar el sentido de la filosofía que no es más que poner a prueba el intelecto personal y descubrir “todo cuanto hay”.
En tanto, otro de los alumnos participantes de la cátedra se puso de pie y evocó el siguiente comentario:
- ¿” Todo cuánto hay”? __Interpeló en tono sarcástico y, punto seguido, añadió__: ¿Estamos hablando de descubrir más allá de lo que nos rodea, es decir, el mundo en su totalidad?
- Estamos hablando, señor Cuervo __respondió enfáticamente el profesor__ que, si queremos saber sobre la existencia de estos seres que, al igual que muchos, yo, también estoy convencido que existen, no podemos quedarnos en la vaga idea de un simple vídeo viral o, como apuntó su compañero __señaló a Santamaría__ en películas que revelan con algo de maravilla superficial la ciencia ficción.
Hay que ahondar en un todo para
encontrar la verdad exacta si se quiere desde las ciencias naturales o la misma
metafísica.
Nuevamente, el silencio se apropió del escenario y el alumno Santamaría volvió a asentarse en la palabra:
- Dispense usted, profesor __le refutó con propiedad__, pero, si una cosa no tiene que ver con la otra, entonces ¿qué sentido tiene esta sesión sobre el existencialismo? Acaso, ¿la existencia no se entiende como la realidad de las cosas: “algo que está ahí”; “en sí”; o “por ahí” …?
- Esa rama __respondió inmediatamente el profesor__ no es que teorice, al detalle, sobre la existencia de unos seres homúnculos que, de acuerdo a quiénes han tenido un supuesto contacto con ellos, exponen que su estatura es de casi uno tres metros, de aspecto lánguido y su lenguaje es una especie de onomatopeya, algo así como un código sonoro para comunicarse y descifrar el mensaje entre ellos. Pero de eso no se trata el existencialismo señor Santamaría y demás aquí presentes __les asentó con seriedad y continuó con el desarrollo de su comentario sentado en el último pupitre del aula__: habrá que encomendarles esa tarea a los expertos en misterios de la humanidad o a la arqueología, quizás… __Meditó por unos segundos y prosiguió__: el existencialismo no es más que, valga la redundancia, la existencia no en un sentido meramente tradicional sino como una vivencia íntima e intuitiva del hombre.
- Buenos días, profesor. __Le contestaron de pie todos los asistentes__.
- Gracias __les objetó de manera seca y colocándose sus anteojos de lectura les indicó__: siéntense por favor y abran sus libros en la página 100. Hoy hablaremos del existencialismo abordando muy especialmente los pensamientos de Heidegger y Sartre sobre este tema distinto al que está en furor en unas discrepantes redes sociales de las que ustedes bien lo saben no soy partidario por un vídeo viral con respecto a unos alienígenas caminando sobre las aguas mansas de la Laguna de Guatavita; vídeo del cual no quiero escuchar tesis alguna que tengan al respecto. Eso dejémoselo a la ufología internacional. ¡Más bien, centrémonos en la lección que he propuesto por favor! __Les exclamó con firmeza el excéntrico profesor__.
Por unos minutos, un silencio sepulcral invadió el aula de clase como si lo anterior hubiese sonado a una orden irrestricta propia de un maestro ortodoxo en su materia, pero al fondo del salón uno de los alumnos tomó la palabra:
- Profesor Amuchástegui: con el debido respeto que merece, permítame exponer la siguiente disertación.
- Adelante, Señor Santamaría __le respondió y deambulando por el salón de clase con gesto pensativo, le recalcó__: recuerde que estamos en un escenario donde todos los aquí presentes podemos ejercer, a plenitud, la libertad de opinión. Lo escuchamos.
- Miren __les indicó el alumno a todos estando de pie__: así como la Antártida, la Laguna de Guatavita en concepto de Verne “es el centro de la tierra”; en Nobsa, (Boyacá), sus pobladores han atestiguado varios avistamientos Ovnis (incluso, efectuando vigilias para dar cuenta del fenómeno); la serie de televisión americana Archivos X resultó ser un producto audiovisual en todo su esplendor peligroso para el Departamento de Estado de ese país por aquello del secreto extraterrestre que guardan con suma reserva al mundo; las proyecciones cinematográficas de Hollywood al retratar sobre estos asuntos muestran, con ahínco, como es que los Estados Unidos en calidad de si es que podemos denominarlos “héroes supremos” le ganarán la tercera guerra mundial a estos seres extraños cuando, inverosímilmente, un presidente de esa nación juega a dispararle a una nave espacial hasta derribarla por completo o, en el extremo de los casos, cuando esos mismos seres extraños dejan en la tierra a un alienígena que resulta ser exactamente igual que un ser humano. O la relación de uno de ellos __como E.T. __ con los humanos.
Por todo lo anterior, concluyo profesor Amuchástegui que no estamos solos y que ese vídeo viral que usted referenció al inicio de la clase no lo concibo como un montaje __a menos que se trate de una edición profesional__. Y, por ello, he de insistir que ese es el misterio más grande que le han ocultado a la humanidad por años: la existencia de los extraterrestres. ¿Esto podría ser un acápite dentro del existencialismo? __Preguntó a manera de hipótesis el muy convincente alumno Santamaría__.
Mientras unos compañeros meditaban la réplica de su compañero, otros la boicoteaban mediante ideas sin sentido hasta que se oyó un ¡cállense! del entre sorprendido y pensativo profesor quién no dudo en prorrumpir tal grito sentado en el escritorio principal del salón.
Acto seguido y al estilo de la “Escuela Peripatética” de Aristóteles, el profesor Amuchástegui mandó a sus alumnos a que hiciesen un gran círculo sentados en el piso del salón y paseándose por entre en medio de dicha figura, les expresó:
- A ver, caballeros, un momento __les indicó a sus alumnos luego de un profundo suspiro__: el señor Santamaría acaba de ponerme o, más bien, de ponernos en un aprieto gigante por esto de la existencia extraterrestre y su relación con el existencialismo que no es más que una corriente filosófica. Pero un aspecto no tiene que ver con el otro. Óigase bien __prosiguió el metódico profesor en un sano ambiente de meditación por parte de sus alumnos__: una cosa no tiene que ver con la otra, pero el alumno Santamaría dentro de su no muy mala exposición nos conduce a preguntarnos como buenos filósofos que somos el por qué y el para qué de las cosas y a continuar el principio de Ortega y Gasset al encontrar el sentido de la filosofía que no es más que poner a prueba el intelecto personal y descubrir “todo cuanto hay”.
En tanto, otro de los alumnos participantes de la cátedra se puso de pie y evocó el siguiente comentario:
- ¿” Todo cuánto hay”? __Interpeló en tono sarcástico y, punto seguido, añadió__: ¿Estamos hablando de descubrir más allá de lo que nos rodea, es decir, el mundo en su totalidad?
- Estamos hablando, señor Cuervo __respondió enfáticamente el profesor__ que, si queremos saber sobre la existencia de estos seres que, al igual que muchos, yo, también estoy convencido que existen, no podemos quedarnos en la vaga idea de un simple vídeo viral o, como apuntó su compañero __señaló a Santamaría__ en películas que revelan con algo de maravilla superficial la ciencia ficción.
Nuevamente, el silencio se apropió del escenario y el alumno Santamaría volvió a asentarse en la palabra:
- Dispense usted, profesor __le refutó con propiedad__, pero, si una cosa no tiene que ver con la otra, entonces ¿qué sentido tiene esta sesión sobre el existencialismo? Acaso, ¿la existencia no se entiende como la realidad de las cosas: “algo que está ahí”; “en sí”; o “por ahí” …?
- Esa rama __respondió inmediatamente el profesor__ no es que teorice, al detalle, sobre la existencia de unos seres homúnculos que, de acuerdo a quiénes han tenido un supuesto contacto con ellos, exponen que su estatura es de casi uno tres metros, de aspecto lánguido y su lenguaje es una especie de onomatopeya, algo así como un código sonoro para comunicarse y descifrar el mensaje entre ellos. Pero de eso no se trata el existencialismo señor Santamaría y demás aquí presentes __les asentó con seriedad y continuó con el desarrollo de su comentario sentado en el último pupitre del aula__: habrá que encomendarles esa tarea a los expertos en misterios de la humanidad o a la arqueología, quizás… __Meditó por unos segundos y prosiguió__: el existencialismo no es más que, valga la redundancia, la existencia no en un sentido meramente tradicional sino como una vivencia íntima e intuitiva del hombre.
Por ejemplo __se puso de pie
y comenzó a caminar por entre el salón__: la muerte no es entendida
por esta corriente como el fin de la vida sino algo inmanente a ella contenido
ya en el momento presente, un límite más de esta existencia.
Uno de los alumnos se dio a la tarea de, propiamente filosofar con la siguiente apostilla:
- Entonces, de acuerdo a su ejemplo, profesor, ¿hay vida después de la muerte? ¿” un límite más de esta existencia” ahonda en una continuación de la vida? ¿En otra dimensión?
- Eso no lo sabemos señor Michelsen __le respondió con algo de asombro__ pero sí de filosofar se trata como bien lo ha planteado en su glosa, todos, me incluyo, respondámonos esa pregunta con un ítem adicional: el alma. ¿Existe? ¿Qué pasa con ella al momento de la muerte como efecto de la cesación de la vida humana? A propósito, señores, __les indagó con algo de inquietud__ ¿alguien acá conoce la definición exacta de la palabra muerte? ¿O alguien podría diferenciarme alma y espíritu?
Hubo un momento de reflexión entre los alumnos indagando a través de las páginas de sus textos de estudio sobre los enigmas emitidos por el profesor Amuchástegui mientras este continuó con su explicación:
- A ver, señores: no hay mejor discusión filosófica que hablar de la muerte precisamente porque no hay una definición en concreto sobre el término y nadie sabe que pasa después de ella. Y entendida como la cesación total de la vida humana, con ser el fin efectivo de la vida no es su “meta final” por lo que, de acuerdo a lo anterior, “puede haber algo después de ella” quien va ligada, de principio a fin, a la vida humana porque recuerden que todos hemos nacido para morir.
De repente, se escuchó una declamación que dejó estupefacto al profesor Amuchástegui y a sus alumnos:
- ¡La muerte no es el fin de la vida! __Apuntó con cierta conmoción el alumno Chesterfield__: hay un “más allá” que espera a nuestras almas una vez cese la vida humana acá en la tierra para que hagan parte de esa dimensión que trajo a colación nuestro compañero Michelsen en conjunto con los familiares de cada uno de nosotros que por circunstancias de la vida han partido de esta tierra.
Uno de los alumnos se dio a la tarea de, propiamente filosofar con la siguiente apostilla:
- Entonces, de acuerdo a su ejemplo, profesor, ¿hay vida después de la muerte? ¿” un límite más de esta existencia” ahonda en una continuación de la vida? ¿En otra dimensión?
- Eso no lo sabemos señor Michelsen __le respondió con algo de asombro__ pero sí de filosofar se trata como bien lo ha planteado en su glosa, todos, me incluyo, respondámonos esa pregunta con un ítem adicional: el alma. ¿Existe? ¿Qué pasa con ella al momento de la muerte como efecto de la cesación de la vida humana? A propósito, señores, __les indagó con algo de inquietud__ ¿alguien acá conoce la definición exacta de la palabra muerte? ¿O alguien podría diferenciarme alma y espíritu?
Hubo un momento de reflexión entre los alumnos indagando a través de las páginas de sus textos de estudio sobre los enigmas emitidos por el profesor Amuchástegui mientras este continuó con su explicación:
- A ver, señores: no hay mejor discusión filosófica que hablar de la muerte precisamente porque no hay una definición en concreto sobre el término y nadie sabe que pasa después de ella. Y entendida como la cesación total de la vida humana, con ser el fin efectivo de la vida no es su “meta final” por lo que, de acuerdo a lo anterior, “puede haber algo después de ella” quien va ligada, de principio a fin, a la vida humana porque recuerden que todos hemos nacido para morir.
De repente, se escuchó una declamación que dejó estupefacto al profesor Amuchástegui y a sus alumnos:
- ¡La muerte no es el fin de la vida! __Apuntó con cierta conmoción el alumno Chesterfield__: hay un “más allá” que espera a nuestras almas una vez cese la vida humana acá en la tierra para que hagan parte de esa dimensión que trajo a colación nuestro compañero Michelsen en conjunto con los familiares de cada uno de nosotros que por circunstancias de la vida han partido de esta tierra.
Y allá nos esperan en paz y armonía, en
forma de almas __eso sí invisibles e inmortales__ que
sólo quiénes estén en conjunto con ellas al momento de la muerte pueden observarlas
e identificarlas en total compleción, flotando por el aire como si se tratase
de aves volando por entre los cielos.
¡He dicho, profesor!
Entre chiflidos e impresiones se descalificó el mensaje un tanto político por su finalización del tan circunspecto y poco participativo alumno Chesterfield, aunque para el profesor su concepción no fue zalamera:
- ¡Silencio, por favor, señores! ¡Compostura, por Dios! __a modo de llamado de atención les pregonó golpeando con la palma de su mano derecha la base del escritorio__. ¡No es ninguna locura!... __Caviló por unos instantes y continuó con su proclama__: el concepto del señor Chesterfield es razonable porque, de acuerdo a varias corrientes religiosas y filosóficas el alma es inmortal. A través de un antiguo papiro que tuve oportunidad de examinar a fondo en una biblioteca de Atenas cuando me enviaron como agente investigador del Centro de Investigaciones de Metafísica de la Universidad de Milán, sobre este tema descifraba que, si para el aristotelismo el espíritu es la parte intelectual y superior del alma humana, aquella capaz de captar la esencia de las cosas, el alma, entonces, se concibe como un elemento inmaterial que, junto con el cuerpo material, constituye al ser humano individual.
En general, el alma se concibe como un
principio interno, vital y espiritual, fuente de todas las funciones físicas en
concreto de las actividades mentales y ella se halla en el cuerpo de cada uno
de nosotros.
- Tan es así __dictaminó otro de los alumnos presentes__ que, al momento de la muerte, el alma se libera. Es como una especie de teletransportación.
- Y hasta ha llegado a pensarse __interfirió otro alumno__ que los animales no tienen alma, sino que son “almas andantes con lenguaje onomatopéyico” __como el de los alienígenas__.
Mientras el sonido de la respiración de unos cuantos se tomó el salón de clase, el profesor Amuchástegui tomó asiento en otro de esos clásicos pupitres de colegio y apoyando su rostro sobre sus manos como signo de desconcierto, levantó su mirada y apuntándola fijamente al centro del pizarrón inquirió pasmado:
- ¿Está tratando de elucubrar señor Castro que “los animales son alienígenas” por el simple hecho de que estos seres emiten sonidos distintos al lenguaje humano todo porque no tienen la capacidad de hablar como nosotros, los seres humanos? ¿Qué son “almas andantes” por el hecho de ser animales: una especie de ser vivo incapaz de razonar? __Y en tono medio, pensó__: hasta el término teletransportación se hizo presente cuando es una tesis propia de la parapsicología o de las mismas “ciencias ocultas” comenzando por los misterios de la humanidad… __Finalizó con una inmensa duda__.
- Profesor Amuchástegui __le interrumpió serenamente el alumno Castro__: cuando me referí a los animales como “almas andantes”, no pretendí, de ninguna manera, compararlos con los santos celestiales o los alienígenas ni mucho menos burlar su loable concepto sobre la definición de la palabra alma. Solo que, un estudio científico expone que, a los micos, por ejemplo, les faltó una milésima para ser como el hombre; y aunque ello no los hace seres extraterrestres, son una especie animal bastante particular para investigarla desde el campo biológico. Inclusive, no se conoce algún tratado que traiga a colación el tema de las almas en los animales y por ello mi desacertada invención.
Mis más sinceras disculpas.
Inmediatamente el indignado profesor le acortó la palabra y le rebatió:
- ¡Nadie señor Castro le ha pedido que emita opinión alguna al respecto! ¡Terminó convirtiéndose en todo un cuentista en vez de filósofo por su lúcida desfachatez!
Por unos minutos, el profesor Amuchástegui reflexionó sobre la idea de su alumno y le sugirió:
- Por esta vez, señor Castro, le pasaré esa especie de lapsus mental que tuvo porque hay algo de lógica en su enmienda, pero a la próxima tenga en cuenta la cita de Descartes: “pienso, luego existo”. Y dirigiéndose al alumno Insignares, lo invitó a argumentar sobre su teoría acerca de la muerte y el alma:
- Sin extenderse mediante estupideces señor Insignares __le dijo ya el calmado pero incrédulo profesor__ lo animo a enderezar su tesis. ¡Descrésteme con un argumento sólido para por lo menos coincidir con usted en algo!
- Profesor: así le parezca otra desfachatez como imagino lo está pensando __le respondió de forma segura__ créame que todos los aquí presentes me van a entender.
Alguna vez __abordó su
teoría de pie con admirable destreza en la oratoria__ le escuché a
un colega suyo que entendía la muerte como un descanso absoluto y que está
preparado para ese suceso que determinará su fin en esta tierra. Su sabiduría,
entonces, me llevó a concluir que no medita sobre la vida misma sino
profundamente sobre la muerte contrario al pensamiento de Spinoza acerca de la
libertad humana: primero la vida y después la muerte.
¡He dicho, profesor!
Entre chiflidos e impresiones se descalificó el mensaje un tanto político por su finalización del tan circunspecto y poco participativo alumno Chesterfield, aunque para el profesor su concepción no fue zalamera:
- ¡Silencio, por favor, señores! ¡Compostura, por Dios! __a modo de llamado de atención les pregonó golpeando con la palma de su mano derecha la base del escritorio__. ¡No es ninguna locura!... __Caviló por unos instantes y continuó con su proclama__: el concepto del señor Chesterfield es razonable porque, de acuerdo a varias corrientes religiosas y filosóficas el alma es inmortal. A través de un antiguo papiro que tuve oportunidad de examinar a fondo en una biblioteca de Atenas cuando me enviaron como agente investigador del Centro de Investigaciones de Metafísica de la Universidad de Milán, sobre este tema descifraba que, si para el aristotelismo el espíritu es la parte intelectual y superior del alma humana, aquella capaz de captar la esencia de las cosas, el alma, entonces, se concibe como un elemento inmaterial que, junto con el cuerpo material, constituye al ser humano individual.
- Tan es así __dictaminó otro de los alumnos presentes__ que, al momento de la muerte, el alma se libera. Es como una especie de teletransportación.
- Y hasta ha llegado a pensarse __interfirió otro alumno__ que los animales no tienen alma, sino que son “almas andantes con lenguaje onomatopéyico” __como el de los alienígenas__.
Mientras el sonido de la respiración de unos cuantos se tomó el salón de clase, el profesor Amuchástegui tomó asiento en otro de esos clásicos pupitres de colegio y apoyando su rostro sobre sus manos como signo de desconcierto, levantó su mirada y apuntándola fijamente al centro del pizarrón inquirió pasmado:
- ¿Está tratando de elucubrar señor Castro que “los animales son alienígenas” por el simple hecho de que estos seres emiten sonidos distintos al lenguaje humano todo porque no tienen la capacidad de hablar como nosotros, los seres humanos? ¿Qué son “almas andantes” por el hecho de ser animales: una especie de ser vivo incapaz de razonar? __Y en tono medio, pensó__: hasta el término teletransportación se hizo presente cuando es una tesis propia de la parapsicología o de las mismas “ciencias ocultas” comenzando por los misterios de la humanidad… __Finalizó con una inmensa duda__.
- Profesor Amuchástegui __le interrumpió serenamente el alumno Castro__: cuando me referí a los animales como “almas andantes”, no pretendí, de ninguna manera, compararlos con los santos celestiales o los alienígenas ni mucho menos burlar su loable concepto sobre la definición de la palabra alma. Solo que, un estudio científico expone que, a los micos, por ejemplo, les faltó una milésima para ser como el hombre; y aunque ello no los hace seres extraterrestres, son una especie animal bastante particular para investigarla desde el campo biológico. Inclusive, no se conoce algún tratado que traiga a colación el tema de las almas en los animales y por ello mi desacertada invención.
Inmediatamente el indignado profesor le acortó la palabra y le rebatió:
- ¡Nadie señor Castro le ha pedido que emita opinión alguna al respecto! ¡Terminó convirtiéndose en todo un cuentista en vez de filósofo por su lúcida desfachatez!
Por unos minutos, el profesor Amuchástegui reflexionó sobre la idea de su alumno y le sugirió:
- Por esta vez, señor Castro, le pasaré esa especie de lapsus mental que tuvo porque hay algo de lógica en su enmienda, pero a la próxima tenga en cuenta la cita de Descartes: “pienso, luego existo”. Y dirigiéndose al alumno Insignares, lo invitó a argumentar sobre su teoría acerca de la muerte y el alma:
- Sin extenderse mediante estupideces señor Insignares __le dijo ya el calmado pero incrédulo profesor__ lo animo a enderezar su tesis. ¡Descrésteme con un argumento sólido para por lo menos coincidir con usted en algo!
- Profesor: así le parezca otra desfachatez como imagino lo está pensando __le respondió de forma segura__ créame que todos los aquí presentes me van a entender.
Así que, ese descanso absoluto que
referenció tan realista personaje aquel día, lo asimilo como una liberación
total del alma porque esta existe y está entre el cuerpo de cada uno de
nosotros afligida, tal vez, por cicatrices o formada como un espectro puro e
invisible de acuerdo a nuestros procederes o a nuestras purezas, aunque, al fin
de cuentas, al momento de la cesación de la vida humana, el cuerpo queda y el
alma parte.
Sorprendidos, lo invitaron a continuar con tan categórica presentación que ni siquiera el mismísimo profesor Amuchástegui podía creer, aunque la grandeza en su mirada fue evidente:
- Decía que el cuerpo queda y el alma parte __señaló ambos prospectos con sus palmas de las manos elevadas y continuó__. En un hospital de la Ciudad de México atendieron a un paciente que ingresó con cuatro impactos de bala producto de un asalto callejero. Ni con la reanimación médica que duró alrededor de 20 minutos pudieron dejarlo por lo menos en estado de inconsciencia para intervenirlo quirúrgicamente y el paciente desgraciadamente se les fue.
Sorprendidos, lo invitaron a continuar con tan categórica presentación que ni siquiera el mismísimo profesor Amuchástegui podía creer, aunque la grandeza en su mirada fue evidente:
- Decía que el cuerpo queda y el alma parte __señaló ambos prospectos con sus palmas de las manos elevadas y continuó__. En un hospital de la Ciudad de México atendieron a un paciente que ingresó con cuatro impactos de bala producto de un asalto callejero. Ni con la reanimación médica que duró alrededor de 20 minutos pudieron dejarlo por lo menos en estado de inconsciencia para intervenirlo quirúrgicamente y el paciente desgraciadamente se les fue.
Un artículo del Diario El Milenio de
ese país publicó el testimonio de una de las médicas que asistió al paciente y
comentó que los presentes en la sala de urgencias sintieron el deceso del
sujeto: una especie de liberación a manera de viento que inundo todo el espacio
acompañado de un fuerte aletazo como si propiamente el alma del paciente
hubiera emprendido vuelo. Adicional a ello, concluyó que, de acuerdo a lo sentido
por todos, se trató de una teletransportación: una manera que tienen las
personas del común que la practican de desdoblarse al momento del sueño para
pisar otros caminos en el más allá u otros espacios no identificados
propiamente a través de su doble, es decir, el alma.
- A ver, señor Insignares, __le interrumpe por un momento el profesor Amuchástegui__, su historia la comprendemos perfectamente, pero necesito que profundice un poco más en su discurso, si es tan gentil. Es hora de que vaya sintetizándolo. Me ha parecido interesante lo que ha venido revelando, pero quiero concluir con algunos puntos.
- A ver, señor Insignares, __le interrumpe por un momento el profesor Amuchástegui__, su historia la comprendemos perfectamente, pero necesito que profundice un poco más en su discurso, si es tan gentil. Es hora de que vaya sintetizándolo. Me ha parecido interesante lo que ha venido revelando, pero quiero concluir con algunos puntos.
Deseo regresar a casa lo más pronto
posible para tomar un descanso.
- Por supuesto, profesor __le contestó__: miren, el denominado “túnel clínico” del que todos hemos oído hablar, no es más que una teletransportación del alma a un espacio recóndito cuando un cuerpo específico se encuentra en estado de inconsciencia, me explico, desde ese estado __si se quiere corporal__ puede visualizarse, a profundidad, otra vida; otras gentes; otros colores; y hasta una voz quizás proveniente de Dios o de un familiar que en ese “más allá” nos espera y se escucha algo como “aún no es tu hora”.
- Por supuesto, profesor __le contestó__: miren, el denominado “túnel clínico” del que todos hemos oído hablar, no es más que una teletransportación del alma a un espacio recóndito cuando un cuerpo específico se encuentra en estado de inconsciencia, me explico, desde ese estado __si se quiere corporal__ puede visualizarse, a profundidad, otra vida; otras gentes; otros colores; y hasta una voz quizás proveniente de Dios o de un familiar que en ese “más allá” nos espera y se escucha algo como “aún no es tu hora”.
Una persona que accedió a ese espacio
del que muchos científicos discrepan porque concuerdan que es producto del
sueño profundo a causa del coma inducido en que se haya la persona, fue testigo
de cómo la mano de Dios que ilumina dicho espacio con unos grandilocuentes
destellos de luz y cantos gregorianos de fondo, en un gran mapamundi le señaló
las catástrofes que sufrirían dos ciudades: Armero y Ciudad de México.
La coincidencia radica en que ambas
ciudades fueron destrozadas por la fuerza indetenible de la naturaleza en la
década de 1980 y por ese lapso la persona a la que hago referencia entró al
túnel.
- Concluyo con lo siguiente, profesor __quién lo autorizó con un adelante__:
- Las almas al momento de su reencuentro en otra dimensión que podríamos denominar “la otra vida”, se abrazan invisiblemente, pero pueden reconocerse e incluso tocarse al momento del primer contacto. Así como teóricamente no estamos solos por esto del misterio de la existencia de los seres extraterrestres, entonces tampoco estamos solos porque, a pesar que no las vemos, de forma invisible nos acompañan e incluso nos guían. Se liberan del cuerpo al momento de la cesación de la vida humana, pero no es la muerte una “meta final” como bien lo expuso usted profesor en su tratado con relación a la muerte precisamente porque estas son inmortales.
Con unos merecidos aplausos, fue despedida la tan contundente demonstración del alumno Insignares quién, mediante un gracias a todos sus compañeros en voz alta, tomó asiento. En tanto, el profesor Amuchástegui __con cierto grado de entusiasmo__ profirió lo siguiente:
- Bien, señor Insignares: permítame felicitarlo por tan sobresaliente poder comunicativo, pero, déjenme, por favor, añadir mis conclusiones finales al respecto.
Con suma disposición, los alumnos lo escucharon:
- Qué decir ante tanta fantasía o, tal vez, realidad que, fíjense el contrasentido, ninguno de nosotros la sabemos porque, si supiéramos que sucede después de la muerte no tendría sentido la existencia de la humanidad… __Pensó por un momento y manifestó lo siguiente__: no tendría sentido, señores, morir y experimentar, a mi parecer, ese estado personal que no es más que un sueño profundo en el que revivimos lo que fue nuestras vidas acá en la tierra por intermedio de una película instantánea generada por nuestro cerebro hasta que este también deja de funcionar al igual que ciertas e importantes partes del cuerpo en su totalidad en eso que se conoce como la cesación absoluta de la vida humana.
Con un movimiento de aceptación por intermedio de la cabeza, los alumnos escuchaban con atención y detenimiento la conclusión del profesor con el siempre toque filosófico que no podía faltar en sus cátedras:
- Sin temor a equivocarme, indudablemente las almas existen, pero, de aquí a que se hallen inmersas en “otra vida”, no lo sé. A lo mejor, sí. Es una probabilidad. Y __nuevamente meditó__ no podemos establecer, con exactitud, si eso que se denomina “túnel clínico” es un sueño o una teletransportación del alma, pero, a mi parecer, es un sueño imaginario producto de los aún latentes sentidos que permanecen en nuestro subconsciente. Como tampoco __adujo recostado en la puerta del salón__ elucubraré sobre la existencia de Dios en ese escenario que, denominado “túnel clínico”, su presencia se hace presente en otra dimensión distinta al escenario donde se desarrolla la vida común y corriente, es decir, acá en la tierra, en la realidad. ¡Que sea la teología la que estudie ese tema! __Afirmó con certeza__.
Y continuando con su terminación, finalizó con la siguiente deliberación:
- Ya dicho que las almas existen porque es un aspecto que no niego, un escenario propicio para ellas puede ser el cielo __señaló con su dedo índice el cielorraso del aula__, aunque eso que retrata el libro del Apocalipsis sobre el Juicio Final no vayan a creer que serán ellas quienes bajen de los cielos a salvarnos. Será __sin querer introducirme en temas bíblicos__ propiamente El Salvador quién, estando en la cruz, entregó su vida por la de nosotros. Y si bajan, no serán de carne y hueso bajo túnicas blancas sino invisibles.
- Caballeros __concluye__: quizás mis padres quiénes hace ya un par de años fallecieron, me estén acompañando de forma espiritual y están a mi lado, pero no puedo sentirlos ni observarlos, pero podré hacerlo cuando tenga la grata dicha de reencontrarme con ellos allá arriba __les declaró con los ojos aguados__. Disculpen __se excusó con sus alumnos quienes lo comprendieron a la perfección__ pero el tema de estudio de esta sesión se convirtió en un gran debate filosófico en el que, con varios de ustedes, así como encontré discrepancias también coincidencias y me pareció una clase supremamente fructífera.
- Concluyo con lo siguiente, profesor __quién lo autorizó con un adelante__:
- Las almas al momento de su reencuentro en otra dimensión que podríamos denominar “la otra vida”, se abrazan invisiblemente, pero pueden reconocerse e incluso tocarse al momento del primer contacto. Así como teóricamente no estamos solos por esto del misterio de la existencia de los seres extraterrestres, entonces tampoco estamos solos porque, a pesar que no las vemos, de forma invisible nos acompañan e incluso nos guían. Se liberan del cuerpo al momento de la cesación de la vida humana, pero no es la muerte una “meta final” como bien lo expuso usted profesor en su tratado con relación a la muerte precisamente porque estas son inmortales.
Con unos merecidos aplausos, fue despedida la tan contundente demonstración del alumno Insignares quién, mediante un gracias a todos sus compañeros en voz alta, tomó asiento. En tanto, el profesor Amuchástegui __con cierto grado de entusiasmo__ profirió lo siguiente:
- Bien, señor Insignares: permítame felicitarlo por tan sobresaliente poder comunicativo, pero, déjenme, por favor, añadir mis conclusiones finales al respecto.
Con suma disposición, los alumnos lo escucharon:
- Qué decir ante tanta fantasía o, tal vez, realidad que, fíjense el contrasentido, ninguno de nosotros la sabemos porque, si supiéramos que sucede después de la muerte no tendría sentido la existencia de la humanidad… __Pensó por un momento y manifestó lo siguiente__: no tendría sentido, señores, morir y experimentar, a mi parecer, ese estado personal que no es más que un sueño profundo en el que revivimos lo que fue nuestras vidas acá en la tierra por intermedio de una película instantánea generada por nuestro cerebro hasta que este también deja de funcionar al igual que ciertas e importantes partes del cuerpo en su totalidad en eso que se conoce como la cesación absoluta de la vida humana.
Con un movimiento de aceptación por intermedio de la cabeza, los alumnos escuchaban con atención y detenimiento la conclusión del profesor con el siempre toque filosófico que no podía faltar en sus cátedras:
- Sin temor a equivocarme, indudablemente las almas existen, pero, de aquí a que se hallen inmersas en “otra vida”, no lo sé. A lo mejor, sí. Es una probabilidad. Y __nuevamente meditó__ no podemos establecer, con exactitud, si eso que se denomina “túnel clínico” es un sueño o una teletransportación del alma, pero, a mi parecer, es un sueño imaginario producto de los aún latentes sentidos que permanecen en nuestro subconsciente. Como tampoco __adujo recostado en la puerta del salón__ elucubraré sobre la existencia de Dios en ese escenario que, denominado “túnel clínico”, su presencia se hace presente en otra dimensión distinta al escenario donde se desarrolla la vida común y corriente, es decir, acá en la tierra, en la realidad. ¡Que sea la teología la que estudie ese tema! __Afirmó con certeza__.
Y continuando con su terminación, finalizó con la siguiente deliberación:
- Ya dicho que las almas existen porque es un aspecto que no niego, un escenario propicio para ellas puede ser el cielo __señaló con su dedo índice el cielorraso del aula__, aunque eso que retrata el libro del Apocalipsis sobre el Juicio Final no vayan a creer que serán ellas quienes bajen de los cielos a salvarnos. Será __sin querer introducirme en temas bíblicos__ propiamente El Salvador quién, estando en la cruz, entregó su vida por la de nosotros. Y si bajan, no serán de carne y hueso bajo túnicas blancas sino invisibles.
- Caballeros __concluye__: quizás mis padres quiénes hace ya un par de años fallecieron, me estén acompañando de forma espiritual y están a mi lado, pero no puedo sentirlos ni observarlos, pero podré hacerlo cuando tenga la grata dicha de reencontrarme con ellos allá arriba __les declaró con los ojos aguados__. Disculpen __se excusó con sus alumnos quienes lo comprendieron a la perfección__ pero el tema de estudio de esta sesión se convirtió en un gran debate filosófico en el que, con varios de ustedes, así como encontré discrepancias también coincidencias y me pareció una clase supremamente fructífera.
-
Solo
recuerden __finalizó su clase con una hoja en mano presta a leer__
la siguiente frase de Sartre: “para la realidad humana existir es siempre
asumir su ser; es decir, ser responsable de él, en vez de recibirlo desde fuera
como lo hace una piedra… Esa asunción de uno mismo, que caracteriza a la
realidad humana, implica una comprensión, por oscura que sea, de la realidad
humana por sí mismo”.
- Hasta una próxima sesión, caballeros y “existir es ser para la muerte” de acuerdo a Heidegger.
- Hasta una próxima sesión, caballeros y “existir es ser para la muerte” de acuerdo a Heidegger.
Nicolás Fernando Ceballos Galvis
06 de mayo de 2021
Nico Felicitaciones, puede llegar a ser uno de los mejores escritores, que realismo con que escribe, se transporta uno en el tiempo, bastante descriptivo , lo Felicito de todo corazón
ResponderEliminarExcelente ... lo felicito chino
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