PETRO: “CRÍA FAMA Y ÉCHATE A DORMIR”
Después de haber perdido la
presidencia de la República por aquello del escándalo de la compra de votos en
la costa colombiana (más conocido como la “Ñeñe-política”) con el nuevo
presentador del programa de televisión “¡Aló, Presidente!” -a lo colombiano,
valga aclararlo-, el artículo primero del Acto Legislativo 02 de 2015 “por
medio del cual se adopta una reforma de equilibrio de poderes y reajuste
institucional y se dictan otras disposiciones”, le permitió nuevamente al tan
controvertido como aclamado personaje político Gustavo Petro ser parte del
congreso colombiano en calidad de senador por el movimiento Colombia Humana. Escenario
que, entre otras cosas, conoce a la perfección desde 1991 cuando fue integrante
de la Cámara de Representantes bajo la égida (término que acuño del único “Doctor”
en fútbol Carlos Antonio Vélez) del entonces partido de la época Alianza
Democrática M-19 (AD-M19) surgido del proceso de desmovilización del otrora
movimiento guerrillero M-19 (Movimiento 19 de abril) en 1990 durante el
gobierno liberal de Virgilio Barco (1986-1990).
La fama, entonces, que ha venido capturando el ahora senador Petro es increíble. Tan es así que se ha convertido en el personaje de cabecera de la segundogénita jefe de prensa de la extrema derecha colombiana Vicky Dávila en sus programas de opinión (porque la primera está entre la “antipetrista” “Guri-Guri” o la franquista ¡Salud!) o puede equiparársele, inclusive, con dizque cantantes como Maluma o J. Balvin cuyos seguidores por lo menos en Twitter superan los seis millones de seguidores.
Pero, esa fama, es producto de las evidentes despotricadas que recibe permanentemente por parte de periodistas arrodillados al poder -lamentablemente hay que decirlo- o de usuarios que no son más sino ciberdelincuentes al servicio de una asociación para delinquir como lo es el partido si puede denominársele pseudo gobiernista Centro Democrático.
Claro está que no falta una que otra “metida de pata” de Petro en su red social favorita Twitter cuyos mensajes mayoritariamente contra las decisiones adoptadas por el pseudo gobierno nacional y la alcaldesa López, en Bogotá, por esta emergencia sanitaria a causa del COVID-19, generan aplausos como controversias recordando que viene convirtiéndose en una figura de oposición de ambos frentes gubernamentales (Nacional y Distrital).
Tal vez el pecado más grande que cometió Petro fue haber sido miembro de una organización guerrillera sino otro gallo estaría cantando (porque no, al estilo del salsero puertorriqueño Tito Rojas). Pero es inexplicable la propaganda negativa que algunos periodistas y medios masivos de comunicación se han dedicado a promover en contra del parlamentario como si se tratase de una rencilla personal o, en el extremo de los casos, una campaña sucia para que no gane la presidencia en 2022 porque habrá que recordar que, contra viento y marea, será nuevamente candidato presidencial a menos que no lo dejen llegar como pasó con Jorge Eliécer Gaitán o Luis Carlos Galán Sarmiento como para no citar más casos de presidenciables exterminados.
Pero, esas campañas, pululantes de odio, no vienen de ahora. Son de atrás; un atrás que se enfoca cuando dirigió las riendas del Distrito Capital en su cuatrienio (2012-2015). Con una destitución ilegal a cuestas promovida durante la procuraduría del fascista Alejandro Ordóñez Maldonado para la época en la que fue alcalde, los medios no se hacían esperar para atacarlo por la dizque impremeditación en varios frentes de su gestión comenzando por el manejo de las basuras en la ciudad que llevaron a que, desde los micrófonos, se le llamara “estatizador” o “pequeño Chávez” como le apelaría el ya retirado -a Dios gracias- Darío Arizmendi; “marxista” por la lucha de clases que supuestamente estaba promoviendo en la ciudad; “expropiador” más exactamente por el caso del predio de la Clínica Barraquer; o el tan envalentonado "un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota" cuya descripción no vino de parte de un periodista sino de su colaborador, en ese entonces, Daniel García-Peña. De ahí en adelante viene conociéndosele con el patronímico de “El Chávez colombiano”.
Pero lo que hizo una emisora privada adscrita a Caracol Radio no sólo con la persona de Gustavo Petro sino con su estado de salud no tiene nombre máxime si se tiene en cuenta el diagnóstico arrojado por el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (Cimeq) de Cuba consultado a través de la historia clínica del paciente como un “Carcinoma epidermoide de esófago con resección endoscópica”. Y, ni hablar de las preguntas arrebatadas transmitidas por periodistas de otros medios radiales como, por ejemplo, “si tiene que ver con las revueltas en el sur de Bogotá por las ayudas que claman en esa zona de Bogotá en éste tiempo de confinamiento”; “que si ha tenido contacto presencial con Evo Morales”; “porque no confiar en los médicos colombianos y si en los cubanos”; “que si se trata de una evasiva para no asistir a las sesiones presenciales del congreso en caso de ser decretadas”. Vaya … Un sinfín de indagaciones y una despedida hipócrita para completar: “Pronta recuperación, senador”. Indagaciones que solo llevan a concluir que, a como dé lugar, hay que desprestigiarlo como en varias columnas de opinión que rondan por ahí desvirtuando el estado de salud actual del senador y el diagnóstico médico.
¿A quién carajos le interesa la vida personal o la salud de una persona? A mí por lo menos no me incumbe. Adicional que se trata de un derecho a la intimidad y a la privacidad de la persona. Pero la función constitucional de un medio de comunicación -por lo menos en Colombia- es la de informar veraz y objetivamente tal como se hace constar en el Art. 20 de la Carta Política del 91 resaltando un apartado importantísimo: “Se garantiza el derecho a la rectificación en condiciones de equidad”. Pregunta: ¿Será que estos medios rectificarán la mal-información que han venido emitiendo contra Petro y su salud? ¿O contra su persona y su ideología?
Lo dudo.
En suma, ya decía el célebre dramaturgo irlandés Óscar Wilde “…Que hablen de uno es espantoso; que no hablen, es peor…”. Es decir, entre más hablen del senador Petro (bien, pocas veces; mal, ¡muchísimas veces!), ¡es más importante!
Coletilla 1. A 12.930 llegan los casos confirmados en el país por “Coronavirus” con riesgo de aumento. El pseudo gobierno Nacional debería replantear el levantamiento de la cuarentena.
Coletilla 2. El escándalo de las chuzadas en el Ejercito Nacional, ¿dejará títeres sin cabeza? De llegar a ser así, rodaría, primeramente, la del comandante de la corporación y la de Carlos Holmes Trujillo, ¡ni se diga!, quién pretende seguir tapando el sol con un dedo, ¡pero vaya elefante el que se le metió al Ministerio de Defensa! ¡Renuncie!
Coletilla 3. “El tegua” Roy Barreras y “El Matarife” Álvaro Uribe son un par de rufianes de esquina descarados. ¡Bochornoso!
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