BABOSO

El manto de impunidad que tanto protegió y promovió en su deplorable periodo a cargo de la fiscalía ahora quedará en manos de la “Mancerita, Matancera”, ¡oh sorpresa!, la “benemérita” penalista, Martha Mancera.

 

Llegó al búnker de la mano de su compañero de pupitre en la Sergio Arboleda e íntimo amigo (de lo cual se ufana con grandilocuencia) el tristemente célebre sub presidente, Iván Duque, y no hace poco huyó de allí como sanguijuela por una alcantarilla. Mejor: es que siempre ha sido una sanguijuela huyendo por las alcantarillas: tanto él como su jefe directo, Álvaro Uribe, al que le dedicó cuatro años enteros “guardándole la espalda” mientras su segundogénito, en otras palabras, la sanguijuela menor, Gabriel Ramón Jaimes Durán, hizo y, claro, seguirá haciendo todo lo posible para seguir torpedeando, torpedeando y torpedeando con aplauso siniestro y sonoro de lo más ramplón de la ultra derecha colombiana el proceso judicial por fraude procesal y soborno a testigos que se adelanta contra el rey de la impunidad.

 

Palabras más, palabras menos, mientras la dilatoria sala plena de la Corte Suprema de Justicia – CSJ en cabeza del no muy confiable ni transparente (por su color de piel, ¿será?) magistrado, Gerson Chaverra, no elija a su futura reemplazante entre Ángela María Buitrago, Luz Adriana Camargo y Amelia Pérez de acuerdo a la terna presentada por el presidente de la República, Gustavo Petro, pues entonces sus secuaces seguirán haciendo lo que se les venga en gana al interior del ente ¿investigador y acusador? hasta que una de las ternadas acabe con la guachafita __en aplicativo de la rimbombante frase del ya referido sub presidente__ y si es que la dejan porque todo parece indicar que los delatores de la ahora flamante fiscal interina, Martha Mancera, que la vinculan con un caso de narcotráfico al interior del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) – Seccional Buenaventura “lo pagarán con sangre”.

 

Es decir, cualquiera de las tres ternadas que llegue al cargo y descubra lo que no quieren que se descubra inmediatamente estará en peligro. Razón de sobra para pensar que la dilación injustificada de la corte en cuanto a la elección de la nueva fiscal se deba a ello: a que tampoco quieren que se descubra absolutamente nada. Y de llegar a ser así, sería una lástima, entonces, que esta corporación judicial se haya prestado a semejante leguleyada alejándose por completo de su espíritu constitucional con el siempre rótulo a cuestas “Corte de bolsillo” que le han enrostrado a lo largo de los años cuando algo huele mal. O cuando huele a azufre. (¿O a plomo?)

 

Pero “El Señor de los Cielos”, __pues Jesucristo la cagó viniendo al mundo primero que Él__, o el fiscal más gárrulo, pedante, vanidoso e incendiario después del “doctor Cianuro”, Néstor Humberto Martínez, destacó por otras “bondades” propias de su taimada personalidad.

 

De estas aguas mansas… ¡líbrame, Señor!:

 

Aparte de sus jactancias correlativas a su íntima amistad con Duque a modo de “dos (¿“varones”?) en un catre” en remembranza del título de una de las tantas recordables columnas de antología dignas de publicarse con páginas de oro incluidas propiedad del eminente, Antonio Caballero (q. e. p. d.), cubrirle la espalda hasta la saciedad al timador Uribe y, de contera, dejarle a sus anchas a la denominada narco fiscal Mancera el manto de impunidad que tanto protegió y promovió, también despotricó a diestra y siniestra en contra del gobierno del que, obvio, no es adepto y en contra de quien lo preside en uso de sus palabrotas propias de un tinterillo disfrazado de arlequín de la (in) justicia cuya actividad, por supuesto, continuará ejecutando con el rótulo en su frente de “líder de opinión” bajo el beneplácito de la ultra revista de ultra derecha, “Ultra Semana”, dirigida por su ultra directora, la ultra Vicky; convertir a la fiscalía en calidad de ente prevaricador, perseguidor y opresor durante el ¿ejercicio? de su ¿dignidad? en su partido político unipersonal por excelencia para promover su corrosiva autoproclamación como marioneta presidencial ganándole el pulso, de entrada, al reo uribista, Ciro Ramírez; salvarle el pellejo a la primera dama de la fiscalía y, a futuro, de la Nación (a lo Verónica Alcocer derrochando, derrochando y derrochando) su cónyuge, Walfa Téllez, por aquello de una contratación indebida con la hasta hace poco mediática PTAR Salitre Canoas; irse de viaje a San Andrés en compañía de su familia puesto que, “primero que fiscal general soy padre”, usando el “avión fiscal” privado como si nada y en plena pandemia y convertir a esa misma fiscalía que terminó cuasi en su partido hasta en su editorial predilecta por encima de Plaza y Janés, Alfaguara o Planeta en lanzamiento de 5.500 mamotretos por encima de la Enciclopedia de la Humanidad, el Diccionario Hispanoamericano o la mismísima Barsa que retratan su ¿vida? y su ¿obra?

 

En síntesis, lo poco o nada rescatable de su ¿vida? Y de su nauseabundo cuatrienio al frente del búnker.

 

Es una pena no poder exclamar a los cuatro vientos ¡qué dicha! ¡Al fin se fue! luego el manto de impunidad que tanto protegió y promovió en su deplorable periodo a cargo de la fiscalía con logotipo incluido de pieza de rompecabeza luego en sus tinterilladas a manera de “abogado del diablo” siempre hizo falta una ficha (¿la de Uribe, tal vez, amo, dueño, rey y señor de la impunidad en Colombia?) ahora quedará en manos de la “Mancerita, Matancera”, ¡oh sorpresa!, la “benemérita” penalista, Martha Mancera: la que tarde que temprano también saldrá del búnker como sanguijuela huyendo por las alcantarillas.

 

NICOLÁS FERNANDO CEBALLOS GALVIS 

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