LA "ÑEÑEPETROPOLÍTICA"

La campaña por la presidencia de la República para el periodo 2018-2022 fue tan tormentosa como la de 2014 que, para no ir más lejos, dejó a un hacker privado de su libertad por las interceptaciones fijadas a los jefes negociadores del gobierno Santos en La Habana para sabotear el proceso de paz de la época con el hoy partido FARC; lógicamente, ordenadas por la campaña uribista que promovía la candidatura, a diestra y siniestra, del manizalita Óscar Iván Zuluaga. Así las cosas, Colombia se dividió en dos -como ahora pues, media mitad es uribista y la otra petrista-, de ello no hay duda. 

Era el voto por la continuidad de un proceso que le otorgaría al país la llave de la paz luego de más de 50 años de conflicto o era el voto de la continuidad bélica como en los tiempos de la mal llamada “Seguridad Democrática” implementada en el inexorable octenio de Álvaro Uribe. Pero, pese a la alta favorabilidad de “el que dijo Uribe”, en ese tiempo, inimaginablemente ganó lo que muchos denominaron la continuidad de un proceso de paz.

Santos resultó reelecto y pese a todos los palos en la rueda para no concluir un acuerdo que finiquitara el fin del conflicto, resultó sellándose en 2016. Y eso que ganó el NO (¡vaya contrasentido!), en el plebiscito por la paz de ese mismo año bajo una sarta de mentiras configuradas bajo un estándar satanizador que, como es costumbre, promueven los círculos uribistas a diario en defensa radical de sus ideales -si es que los tienen- y de su beato caudillo con el fin de confundir porque: “confunde y reinarás”.

En 2018, entonces, era el retorno del hoy senador Uribe al poder -por interpuesta persona, como ahora-, o el cambio social que, con admirable dialéctica, disertaba Gustavo Petro desde el discurso popular en las plazas públicas. Su favorabilidad era tan contundente en comparación con la del candidato uribista que los nuevamente famosos círculos del uribismo incitaron a una asonada digital para promover una campaña de desprestigio que significara que la escogencia de Petro como Jefe de Estado era “el retorno del comunismo y la implantación de una segunda Venezuela en el país”.

Cayeron los incautos y terminó ganando “el que dijo Uribe”: Iván Duque con la “Ñeñe-política” a su vista que, ni más ni menos, fue la compra de votos auspiciada por el narcotraficante “Ñeñe” Hernández en La Guajira en beneficio del hoy mal electo presidente.     

Toda esta andanada de sandeces y elucubraciones sin fundamento que permanentemente recaen sobre el hoy congresista Petro hace que su fama siga siendo tan contundente más por la dizque “buena nueva” enunciada de forma draconiana por el fiscal de bolsillo Francisco Barbosa (para ser más exactos “baboso”) en el sentido de investigarlo por los nexos -¡háganme el favor!- con el narcotraficante asesinado en Brasil el 2 de mayo de 2019, José Guillermo “Ñeñe” Hernández, todo por un audio donde se reluce el apoyo de un grupo de mineros de La Guajira al entonces candidato presidencial por el movimiento Colombia Humana en 2018. Con mera razón, coincido con su respuesta emitida desde la red social Twitter una vez conoció la decisión del siempre mal denominado “ente acusador”: “Jajaja”. 

No sólo las redes sociales se prestan para semejantes protuberancias contra un político de izquierdas querido como detestado desde lo popular para que, ahora, venga un súbdito del uribismo con ínfulas de fiscal para que cometa semejante desacierto jurídico que, en últimas, busca que se perciba, desde ahora, a la Fiscalía General de la Nación como un búnker tenebroso al servicio de la política tradicional -al estilo de la de su antecesor Néstor Humberto “Cianuro” Martínez- con un lema que no caería nada mal: “La justicia es para los de ruana”.

A título personal, no se me hizo extraño que se viniera semejante cortina de humo para vanagloriar al actual Gobierno en cabeza del (sub) presidente Iván Duque y, de ese modo, enfundar el escándalo que de mil maneras el partido de gobierno (pseudo, valga resaltarlo), Centro Democrático, en cabeza de su jefe natural, Álvaro Uribe, trata de esquivar. Pero, como ya es costumbre, nada mejor que coger de conejillo de indias al más férreo opositor de la extrema derecha en Colombia para ensuciar su nombre.

Vaya forma, entonces, la del fiscal con rótulo de lacayo en la frente para tapar, eso sí, el verdadero nexo, de público conocimiento, mediáticamente denominado “Ñeñe”-Uribe-Duque del cual, perfectamente, se podría editar un tratado relativo a la narcopolítica en Colombia en pleno siglo veintiuno con prólogo de ese mismo fiscal íntimo amigo de Iván Duque desde hace 25 años como viene afirmándolo sin pena, pero con muchísima gloria.

A la nación, le urge un pronto fortalecimiento de la Rama Judicial (empezando por la Fiscalía) pero, como van las cosas, dicho requerimiento es dubitable cuando está a cargo de esa entidad una persona que patrocina, de entrada, un conflicto de intereses para proteger a quienes lo promovieron para Fiscal. Terrible.

Señor fiscal: En vez de estar armando semejantes sofismas judiciales -como la dizque “Ñeñepetropolítica”-, apéguese a la ley y a la constitución en lo que concierne a sus funciones y demuéstrele a Colombia que no es un títere más al servicio de la política tradicional -como si lo es su íntimo amigo-, y póngase a investigar lo que verdaderamente le compete como, por ejemplo, las pasionales bodeguitas uribistas, el caso Odebrecht y la mismísima “Ñeñe-política” antes de que se infiltren los paramilitares como en la época del nefasto fiscal Luis Camilo Osorio y terminen robándose los expedientes de su interés. 

Y, por favor, no salga ahora con la historieta que investigará a Petro por la pueril campaña uribista orquestada en Twitter #PetroElMandaderoDeEscobar. 

Coletilla 1. En 1997, la actual vicepresidente de Colombia, Martha Lucía Ramírez, junto con su cuestionado esposo, Álvaro Rincón, pagó una fianza de US$150.000 dólares para que su hermano, Bernardo Ramírez, obtuviera la libertad luego de ser procesado en Estados Unidos por tráfico de heroína. “Martuchis”: ¿Dizque “Mentiras Verdaderas” como la película de Schwarzenegger? 

Coletilla 2. Hablando de narcotraficantes, se ha conocido en las últimas horas que el ex capo Carlos Enrique Lehder Rivas recobraría su libertad total en Alemania luego de haber terminado de pagar su condena en los Estados Unidos por narcotráfico. ¡Vaya! Y, esta es la hora que el defensor de oficio de los malandrines, o sea, Álvaro Uribe, no se ha pronunciado. 

Coletilla 3. Tremendo zafarrancho entre Uribe y Petro por el siniestro Pablo Escobar y la relación de éste con ambos; más con Uribe luego que, en resumen, la historia dice que si el mentor (Escobar) no pudo ser presidente, su discípulo sí (Uribe).

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