TRUMP II
“Está bien de que pretenda una especie de “Ley y orden”, pero no
vaya a ser de que se le vaya la mano, pues recuérdese que no hay nada más
peligroso que un loco con poder. El ejemplo claro lo tenemos a la vuelta de la
esquina (Venezuela): Nicolás Maduro”.
Estados Unidos de
América (si es que alguna vez se han considerado de América) ahora sí puede
ufanarse ante el mundo de que ya tiene hasta su propio Dios: el magnate, Dios, aunque
no creo que el verdadero Dios se de esas ínfulas así viva en lo más preciado
del nirvana; el tramposo (o “Tramp” en vez de Trump), Dios, aunque no creo que el
verdadero Dios lo sea así haya abandonado a Jesús en la crucifixión; el
nacionalista a ultranza, Dios, aunque no creo que el verdadero Dios tenga
semejante talante a menos que de ello trate la bíblica, “Génesis”; el
camorrista, Dios, aunque no creo que el verdadero Dios ostente tan dizque dignatarios
ánimos conciliatorios pese al temblor que provocó cuando Jesús murió en la cruz
al pronunciar su último rapapolvo “…Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu…”. (Lc.23,46). En últimas, el estadounidense (¿de América? O ¿del Mundo?),
Dios, bajado de los supuestos santos cielos __¿tal vez de Palestina?__,
con la diferencia de que este supuesto salvador ¿de su Mundo? ¡y de su patria,
eso sí! (no de la nuestra ni de las demás que componen tan convulso globo
terráqueo) le queda en pañales al verdadero; al mismísimo; al omnipresente; omnipotente
y omnisciente Dios del mundo. (Y el que tenga alguna duda, __dicen
las abuelas católicas, apostólicas, romanas y nada más__, dígala o
calle para siempre).
No sé ustedes,
pero, hasta donde yo sé, nunca antes en la historia de los Estados Unidos de
América (si es que alguna vez se han considerado de América) se había visto y
escuchado, de paso, un discurso[1] de toma de posesión tan
mesiánico y de proporciones estentóreas como el disertado por el “pato” Donald,
Trump, condimentado, claro, con la omnipresencia, omnipotencia y omnisciencia
que desde ya relucen en su imagen y semejanza de Dios (¿de América? O ¿del Mundo?),
en lo que significó el inicio de su segunda era al frente de la denominada “Potencia
del mundo” (ni siquiera de América, si es que alguna vez se han considerado de
América), desde 2025 a 2029, y cuya bandera, entre barrotes rojos, es adornada
por 50 estrellas que, bajo un fondo azul, representan el total de estados que
la componen.
Para no ir más
lejos, por ejemplo, a nivel de dignatarios republicanos, en su orden: ¿así
sería el discurso del inmolado, Abraham Lincoln? (1861 – 1865). Quizá. ¿O el del
reelecto, Ulysses Grant? (1869 – 1877). Quizá. ¿O el de Rutherford Hayes? (1877
– 1881). Quizá. ¿O el del otro inmolado, James Garfield? (1881). Quizá. ¿O el
del reemplazante de Garfield, Chester Arthur? (1881 - 1885). Quizá. ¿O el de
Benjamin Harrison? (1889 – 1893). Quizá. ¿O el William McKinley? (1897 – 1901).
Quizá. ¿O el del otro reelecto, Theodore Roosevelt? (1901 – 1909). Quizá. ¿O el
de William Howard Taft? (1909 – 1913). Quizá. ¿O el del fallecido, en pleno
mandato, Warren Harding? (1921 – 1923). Quizá. ¿O el de su reemplazante, Calvin
Coolidge? (1923 – 1929). Quizá. ¿O el de Herbert Hoover? (1929 – 1933). Quizá. ¿O
el del otro reelecto, Dwight Eisenhower? (1953 – 1961). Quizá. ¿O el de Richard
Nixon? (1969 – 1974). Quizá. ¿O de Gerald Ford? (1974 – 1977). Quizá. ¿O el del otro reelecto, Ronald Reagan? (1981
– 1989). Quizá. ¿O el de George W. Bush (padre)? (1989 – 1993). Quizá. ¿O el de
George W. Bush (hijo)? (2001 – 2009). Quizá.
Y hablando de
reelectos, Trump (o “Tramp”) se ha convertido en el quinto republicano en
ostentar tal calidad por su evidente postura de ultraderecha que, a fin de
cuentas, terminaron admirándole 77.303.573 estadounidenses contrarios no solo a
la figura y gestión del expresidente, Joe Biden (2021 – 2025), sino del Partido
Demócrata y de su candidata, la exvicepresidenta, Kamala Harris, quien, en la
contienda electoral del pasado 5 de noviembre de 2024, logró la no muy
despreciable suma de 75.019.257 sufragios.
En su discurso de
corte nacionalista, proteccionista y, a la postre, presuntuoso, al pontificar
de que a los Estados Unidos de América (si es que alguna vez se han considerado
de América) la envidiará el Mundo, ni siquiera tuvo la gentileza de agradecerle
su triunfo al ya considerado cogobernante de ese país, el también magnate, Elon
Musk, amo, dueño y señor de la ahora red social “X” (antes, Twitter) quien no
paró de hacerle campaña (¿o publicidad engañosa?) por dicha vía digital.
Tampoco se
pronunció respecto a sus escándalos judiciales que lo mantienen prácticamente
en calidad de sub iudice; menos aún, pronunció ni una sola sílaba sobre
Groenlandia (a la que piensa invadir, supongo), ni sobre Alaska; ni sobre su vecino,
Canadá; ni sobre las asimismo potencias Rusia (pese a la acción bélica
promovida por Vladimir Putin contra Ucrania) y China; tampoco se refirió sobre
la isla de Puerto Rico a la que denominaron desde su cerril campaña como una
“isla de basura flotante”; ni tampoco dijo nada acerca de Centroamérica, en
especial, sobre Cuba excluida por la saliente administración Biden de la lista
de países patrocinadores del terrorismo ni de sus copartidarios ideológicos más
cercanos como el caso de, por citar, Nayib Bukele, actual mandatario de El Salvador;
más raro aún que tampoco se haya referido a Suramérica, en concreto, relaciones
bilaterales con Colombia, (a pesar de las contraposiciones que existen con el
Gobierno Petro y su persona); caso Venezuela y la ya dictadura que ha entablado
en ese país Nicolás Maduro o acerca de su alfil ideológico (¿el paramilitar por
aquello de la motosierra?), Javier Milei, actual presidente de la República de
Argentina.
Pese a que
declarará una emergencia energética en promoción de su política “Explora bebé”
concerniente a la exportación de energía a todos los países y la consolidación
de que Estados Unidos de América (si es que alguna vez se han considerado de
América) será un país rico aprovechando no solo su poderío energético sino, a
la vez, sus remesas de petróleo y gas y la defensa hacia la industria
automotriz, no tuvo reparos para referirse al Canal de Panamá asegurando que, a
toda costa, recuperará el control del mismo. ¿Cómo? ¿Pretenderá invadir
Panamá?; hizo referencia al cambio de nombre del Golfo de México por “Golfo de
América”. ¿Podrá? Y en cuanto a las órdenes ejecutivas que expidió con su
correspondiente firma, no dudo en declarar una situación de emergencia nacional
en la frontera sur: detención inmediata de entradas ilegales; proceso de
devolución a sus respectivos países de, en sus palabras, “millones y millones
de delincuentes”; reactivación de la política, “Quédate en México”, más el
envío de tropas a la zona de frontera a efecto de enfrentar lo que el denominó
“la invasión desastrosa que ha sufrido nuestro país”.
De igual modo,
designar a los cárteles del narcotráfico como organizaciones terroristas
internacionales y la puesta en marcha de la “Ley de Enemigos Extranjeros”
usando el poder de las fuerzas del orden para, en sus palabras, “eliminar la
presencia de todas las pandillas y delincuentes que están aquí aumentando la
delincuencia en suelo estadounidense”.
Y en calidad de
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas (FF.AA.) apoyará la iniciativa de que
estas deben centrarse en una única misión: “derrotar a los enemigos de Estados
Unidos”.
Está bien de que
pretenda una especie de “Ley y orden”, pero no vaya a ser de que se le vaya la
mano, pues recuérdese que no hay nada más peligroso que un loco con poder. El
ejemplo claro lo tenemos a la vuelta de la esquina (Venezuela): Nicolás Maduro.
En algo se
parecerán.
Nicolas Fernando
Ceballos Galvis
[1] CNN en Español. [@cnnee]. (20 de enero de 2025). El discurso completo de Donald Trump en su toma posesión como presidente de EE.UU. [Archivo de Vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=qhfrXsw9f6o
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